En los últimos 18 meses, diez nuevas experiencias de centros sociales okupados han surgido en la Comunidad Autónoma de Madrid. Unidos a experiencias más veteranas, plantean agitar la lucha en defensa de los espacios autogestionados.
El 18 de mayo de 1994 se producía el desalojo del Centro Social Minuesa que, okupado cinco años antes, se convertiría en la primera experiencia de un gran espacio autogestionado en el centro de la ciudad. Su amplio recorrido como lugar de conciertos, talleres, encuentros y una miríada de actividades de todo tipo consiguió que mucha gente se identificara con el proyecto y tratara de construir su propia experiencia en otros barrios y pueblos de la comunidad autónoma. De esta forma, a finales de los ‘90 coexistieron interesantes experiencias en diferentes zonas, que durante algún tiempo compartieron una enorme presencia activista. Fue el caso de los centros sociales David Castilla, Lavapiex 15, La Guindalera, Seco, y El Barrio en Madrid, o Huertax en Móstoles.
A principios de este siglo la situación entró en una fase crítica, los proyectos de okupación para centros sociales eran muy limitados en el tiempo, en buena medida porque los desalojos se sucedían con rapidez, sin dar tiempo a que las iniciativas se asentaran. Además, dentro del ‘movimiento’ las diferencias sobre la estrategia a seguir frente a las administraciones o la forma de enfocar el trabajo en el territorio llegaron a ser tan agudas que a menudo paralizaron líneas de trabajo conjuntas o de simple colaboración. Sin embargo, algunas cosas están cambiando en los últimos tiempos. La sequía relativa de la etapa anterior ha sido sustituida por una ‘explosión’ de grupos e iniciativas que han recuperado la idea de construcción de centros sociales okupados con los que incidir en la transformación de la realidad, donde las personas se autoorganicen. Espacios que aparecen como lugares de denuncia, intervención política y actividades culturales no elitistas.
2008 empezó con nuevas okupaciones destinadas a poner en marcha centros sociales. En enero nacía La Gatonera en el barrio de Carabanchel, “como respuesta al desalojo el año anterior de La Ramona, La Alarma y el centro social 1924”. En febrero se inauguraba el centro social El Antídoto en Estrecho y a finales de marzo el Palacio Social Okupado Malaya, en la calle Atocha, 49, en pleno centro de la ciudad. En abril, el centro social La Gotera veía la luz en Leganés, una ciudad de la periferia de Madrid que llevaba once años sin una experiencia de okupación con fines sociales. En el mismo mes nacieron los espacios autogestionados La Bota, en la localidad de Ciempozuelos, y La Ironía, en el barrio de Vallecas. A estas seis recientes experiencias hay que añadir el centro social La Fábrica de Sueños, en Villalba, pueblo de la sierra norte, que lleva okupado cerca de año y medio ; El Cierre, en Getafe ; o La Traba, en el barrio de Legazpi, que cumplieron un año el pasado mes de mayo. De la misma manera, el Espacio Polivalente Okupado Patio Maravillas, situado en el barrio de Malasaña, celebrará su primer aniversario el próximo 1 de julio. A estos núcleos hay que unir proyectos veteranos como La Casika en Móstoles, la Eskuela Taller en Alcorcón, El Solar en Lavapiés o el recientemente reokupado pueblo de Navalquejigo, en la sierra norte.
Todos estos proyectos, junto al centro social El Nido de Guadalajara, han comenzado a coordinarse con objeto, entre otras cosas, de lanzar una posible campaña después de septiembre. No es la primera vez que se crea, aunque sea de forma dispersa, una ‘Asamblea de Okupas de Madrid’, pero hacía tiempo que no se veía una red que aceptase las diferentes formas de construir los proyectos como algo positivo o enriquecedor. Dos son las consignas en las que todos se reconocen como espacio común desde el que trabajar : “Si nos tocan a uno nos tocan a tod@s” y el ya famoso grito de “diez, cien, mil okupaciones”. Algo que, visto lo visto, no está tan lejos de conseguirse.
Més informació sobre els espais okupats a Madrid a la web www.okupatutambien.net
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