17 jun 2008

La vaga de transports, una visió de classe

Aunque participan muchos asalariados lo hacen de una manera totalmente subordinada ya que por ningún lado aparece la reducción de jornada, ni el mantenimiento del empleo, ni la subida de salarios

Martes, 10 de Junio de 2008.- Estamos en el segundo día de huelga indefinida de los transportistas debido al incremento de los precios del petróleo, pero en primer lugar es necesario preguntarse porqué está subiendo el petróleo. La subida de los combustibles tiene una causa de fondo, se ha alcanzado el pick-oil es decir la máxima capacidad de extraer petróleo. Se calcula que se mantendrá hasta el 2030 y a partir de este momento la producción de petróleo irá cayendo, siempre y cuando las supuestas reservas bajo el ártico no se conviertan en accesibles debido al cambio climático; hecho que las petroleras y los gobiernos afines esperan con criminal anhelo.

Sea cómo fuere la tierra es una esfera autocontenida, es decir los recursos son finitos y por lo tanto el petróleo también. Pero además del incremento de la demando de China, India y Brasil la subida del petróleo tiene un fuerte componente especulativo a consecuencia de la crisis financiera ligada a la crisis inmobiliaria. Gran parte del dinero inmobiliario está ahora en los mercados de futuros de materias primas, tanto alimentos, como minerales y por su puesto el petróleo. Se calcula que entre el 30% y el 50% del coste del barril se debe a la especulación. Hay casos paradójicos: un barril cuesta extraerlo en Arabia Saudí unos seis euros, pero al salir al mercado internacional la especulación financiera puede inyectarle un sobrecoste de entre 30 y 40 dólares, según estimaciones medias. Además el mercado de petróleo es uno de los más opacos y por lo tanto difícilmente controlable por los gobiernos.

En resumen es imposible que mientras la economía dependa del petróleo este vuelva a los 25 dólares el barril del año 2000, sin embargo existen dos factores que pueden provocar bajadas importantes a medio plazo. El primero es la migración del dinero especulativo a otros mercados y el segundo la revalorización del dólar, moneda en la que se fija el precio internacional del petróleo. Es necesario recordar que el dólar se ha depreciado casi un 60% en ocho años. O sea si la economía de EEUU repunta el petróleo podía bajar. ¿Quién es quién en la huelga?

El caso del transporte terrestre está mucho más ligado a la crisis económica. El descenso de la actividad en la construcción junto a la subida del combustible, está dificultando la vida a muchos transportistas. Sin embargo la composición del sector se refleja en la huelga. La Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (Fenadismer) que representa a un 20% de los transportistas en su mayoría autónomos, es la que está llamando a la huelga. Sin embargo la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM), con un 57% de los camiones y representante de las grandes empresas del transporte no convoca a la huelga.

Estos son pequeños empresarios que deben tener cómo mínimo dos camiones para mantener sus licencias de transporte autónomas u organizarse en cooperativas. Las demandas son la posibilidad de repercutir el incremento del gasoil en el coste del transporte, igual que lo hacen las compañías aéreas, y el reestablecimiento de las tarifas mínimas que fueron eliminadas por anteriores gobiernos. La segunda demanda es el establecimiento de tarifas mínimas que impidan el trabajo por debajo de costes, es decir el dumping.

El Gobierno ofrece incentivos fiscales sin embargo se niega hablar de tarifas mínimas ya que irían contra la libre competencia marcada por la UE, aunque según los huelguistas estas tarifas están en vigor en Francia y Bélgica.

Esta huelga demuestra en primer lugar la fuerza de los transportistas por carretera en este país, dónde el transporte de mercancías ferroviarios está subdesarrollado, y con la apuestas por los trenes de alta velocidad, condenado a seguir así. De prolongarse la huelga más de 4 ó 5 días el desavastecimiento puede ser una realidad.

Por otro lado en estos momentos de crisis existe una batalla entre las pequeñas empresas y las grandes. Estas últimas con mayor fortaleza financiera y mejores economías de escala pueden bajar los costes y aguantar el tirón del petróleo, a la espera de zamparse a las pequeños. Ya sabemos, en el capitalismo el pez grande se come al chico. Esta huelga implica a muchísimos autónomos dependientes, es decir falsos autónomos, aquellos que sólo trabajan para una empresa. Este colectivo es el más amenazado por las subidas del gasoil.

El modelo económico estatal está enfocado al turismo, a la construcción tanto pública como privada y a la industria ligera. Además está marcado por las reconversiones y la precariedad. Ante esta situación tanto los gobiernos del PSOE cómo del PP han favorecido el autoempleo, lo que se conoció como “emprendedores”, en el fondo una manera más de externalizar costes a las empresas. El transporte es un ejemplo muy ilustrativo. Una empresa “X” contrata el transporte a un autónomo dependiente que paga el camión y las cotizaciones a la seguridad social. Este trabajador queda totalmente supeditado a lo que decida la empresa y muchas veces endeudado a consecuencia del camión o furgoneta que esta le ha “proporcionado”. Un punto de vista de clase

Si se mira desde un punto de vista de clase, la radiografía de la huelga queda así: aunque participan muchos asalariados lo hacen de una manera totalmente subordinada ya que por ningún lado aparece el reparto del trabajo, es decir la reducción de jornada para que todo el mundo pueda vivir, ni el mantenimiento del empleo, ni la subida de salarios para mantener el poder adquisitivo frente a la inflación. La voz cantante la llevan los empresarios, tanto en las demandas, tarifas mínimas y modificación de contratos de transporte, cómo en las mesa de negociación, dónde son los únicos interlocutores contra el gobierno. Por lo tanto no debería hablarse de huelga sino de paro patronal.

Por otro lado existe la batalla entre la “pequeña burguesía” del transporte y la “gran burguesía” del transporte. En la que los asalariados no tienen voz propia ni independiente. De hecho son rehenes ya que tanto los pequeños, cómo los grandes empresarios amenazan con despidos y las cosas siguen igual.

El Gobierno tiene una difícil elección. O se decide por intervenir el mercado y establecer tarifas mínimas para impedir el dumping, hecho que le llevaría a enfrentarse a las grandes empresas; o limita los incentivos fiscales (o sea entre todos pagamos la crisis) y sigue enfrentado a las pequeñas empresas. Por lo que parece el Gobierno va optar por lo segundo, junto a la posibilidad de repercutir los costes aunque exista un contrato firmado. De ser así esto va a llevar a un incremento de los precios.

A pesar de todo esto, es necesario expresar nuestro apoyo a los autónomos dependientes, que en realidad no son otra cosa que trabajadores tercerizados con condiciones de trabajo cada vez más precarias. Solo su acción y organización independiente de patronal y gobierno podrá traer una solución real a esta situación.

(La haine)

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