Hola, nací en Madrid hace 52 años, hablo cinco idiomas, soy técnico en refrigeración industrial, electricista, soldador, tornero, fresador, mecánico, técnico en electrónica, piloto privado de helicópteros U.F.R., patrón de embarcaciones de recreo y músico. Pero antes que nada soy un ser humano, una persona normal que acierta y se equivoca, como todos. Siempre me sentí identificado con el movimiento insurgente de mayo de 1968 en París y así eslóganes como “prohibido prohibir” o “seamos realistas, pidamos lo imposible” llegaron ya en mi temprana adolescencia al fondo de mi corazón, a la más intima esencia de mi personalidad. Siempre creí en la paz, el amor, la no violencia, la cooperación constructiva entre los diferentes seres humanos independientemente de su género, raza, condición social o procedencia. Pero también tuve la percepción a temprana edad, de la enorme injusticia y violencia que impera en las relaciones humanas, en mi ingenuidad adolescente, llegué a la conclusión de que una gran parte de estas situaciones, impropias de la condición humana, eran consecuencia directa de la codicia y el egoísmo. Pronto identifiqué al capitalismo, tanto en su forma privada, corporativa o estatal, como el agente directo y responsable de la infelicidad humana. En ese preciso momento nació el insurgente contra la injusticia y el capitalismo que soy hoy en día, también decidí ese día, que algo había que hacer para combatir a ese monstruo. Desgraciadamente, también pronto descubrí que existía un ente aglutinador y en esencia muy violento e injusto, que da seguridad al capitalismo y en simbiosis criminal con él, se beneficia de la explotación de mis hermanos y hermanas, este ente era y es el Estado. Consideré necesario luchar para conseguir un mundo más justo y más social, trabajar por una sociedad sin clases y sin castas, donde la educación en libertad y donde el trabajo abundante y colectivo y la riqueza por él generada, fuera justa y equitativamente distribuida. Siempre rechacé la máxima tan profundamente injusta de “tanto tienes, tanto vales” y siempre creí que “tanto eres, tanto vales” se ajustaba más a la verdad. La abolición de la pobreza, del racismo, de la ignorancia, del clasismo, de la riqueza insultante y de la violencia organizada del Estado deberían ser objetivos prioritarios en mi lucha. También era fundamental conseguir controlar al Estado y provocar su reforma integral, si no se podía técnicamente obtener la abolición de éste, el objetivo de conseguir una sociedad sin clases, donde se superara la organización estatal de la sociedad y al capitalismo como motor de la riqueza social, pasaron a ser objetivos prioritarios. El fin último sería acabar con la opresión capitalista por medio de una Revolución Social Anarquista, que nos trajera una sociedad ácrata autogestionaria.....
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