ROMA- "Mis parientes fueron enterrados vivos en Gorazde (Yugoslavia) en 1940 y 1941. En Auschwitz nos gasearon. Y ahora tenemos miedo otra vez. Vivimos en Italia desde hace 40 años, y el Estado nunca ha hecho nada por nosotros. Están preparando leyes racistas", dice Hakia Husovic, gitano bosnio llegado a Italia en 1969.
"No tenemos derechos"
"Mis hijos son italianos, no saben hablar otra cosa, pero no tienen oportunidad de trabajar", relata Hakia Husovic. "Los gitanos somos como las nubes. No tenemos derechos, no tenemos luz, el agua nos la pusieron hace dos años. Ya nos han dicho que nos van a echar de aquí, nos llevarán a un campo lejos de la ciudad. ¿Qué harán con nosotros? Yo se lo diré: nos meterán en campos de concentración modernos".
Husovic tiene seis hijos y 30 parientes a su cargo. La mayoría son italianos. Según el número oficial del Ayuntamiento, pintado en amarillo en la pared trasera de su chabola, su casa es la número 23 de las 157 que hay en el campamento de Casilino.
"Aquí viven 650 personas, es el más antiguo de Roma. Aunque está autorizado, no cumple las condiciones sanitarias", explica Paolo Ciani, especialista en minorías de la organización católica Comunidad de San Egidio.
Italianos, rumanos, eslavos
Casilino es uno de los 25 campamentos gitanos que hay en Roma. Entre todos, alojan a 10 mil personas.
Las ONG calculan que en Italia viven entre 130 mil y 150 mil gitanos, y que la mitad son italianos, unos 50 mil son rumanos y el resto son yugoslavos.
Muchos empezaron a llegar a finales de los años sesenta, cuando en las chabolas Casilino sólo vivían emigrantes italianos, gente de Sicilia, Calabria y el Véneto.
"Poco a poco, los italianos fueron comprándose casas y dejando sitio a los gitanos de Yugoslavia. Montenegrinos, bosnios, kosovares... A ellos se sumaron muchos otros en los años noventa, huyendo de la guerra", dice Ciani....
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(kaos en la red)
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