14 dic 2008

Las mentiras que nos cuentan sobre la interrupción voluntaria del embarazo

Cuando estamos embarazadas y no queremos ser madres, el aborto es una opción absolutamente legítima. Sin embargo, se nos bombardea con mentiras para causarnos cargo de conciencia y finalmente tengamos un hijo del que no podremos ocuparnos con el solo objetivo de aumentar la natalidad o satisfacer el deseo de las parejas que no pueden tener sus propios hijos.

Los llamados grupos “pro-vida” pretenden incriminarnos y para eso no escatiman en argumentos manipuladores y falsos:

La primera mentira es hablar de “niños no nacidos” y acusar a las mujeres que queremos abortar de ser “asesinas de niños”.

¿Es esto cierto?

Pues no. Si miramos el significado de nacer en el diccionario de la RAE, vemos que para que una persona nazca tiene que salir del vientre materno y ser capaz de vivir fuera de él.

El significado de nacer se aplica de la misma forma para los demás seres vivos. Es decir, las aves nacen cuando salen del huevo, y las plantas nacen cuando salen (germinan) de la semilla.

Y si nadie confunde un sobre de semillas con un ramo de flores, ¿se puede confundir un embrión o un feto con una persona?

Porque no es lo mismo, es que generalmente es posible interrumpir el embarazo en las primeras semanas. Por ejemplo, interrumpir un embarazo de 4 semanas significa extraer del útero un coágulo de sangre que pesa menos de un gramo y mide de 2 a 4 milímetros. Y hay que tener mucha mala fe y muchas ganas de engañarnos para llamar a eso “niño”

Otro argumento que se utiliza es decir que las mujeres no tenemos derecho a nuestro propio cuerpo y por tanto no tenemos derecho a abortar, porque durante el embarazo se está desarrollando un ser distinto de la madre.

Este argumento parte de la idea que se tiene de que las mujeres somos seres distintos e inferiores a los hombres y que debido a la maternidad, no tenemos derecho, como tienen los hombres, a disponer y decidir sobre nuestra propia vida. Es decir, somos una especie de envase sin cerebro ni sentimientos, que estamos a disposición de “los demás”, llámese pareja o sociedad. De ahí surge también la idea de “madre abnegada”, que supone que tenemos que olvidarnos de nosotras mismas, de nuestros deseos y necesidades, para atender a los demás. O la idea de “mujer objeto”, cuya sexualidad debe estar a disposición de los hombres, porque ellos “tienen necesidades que no pueden controlar” mientras que nosotras no tenemos necesidad sexual ninguna y mucho menos, incontrolable.

Un tercer argumento es hablar de los riesgos del aborto y del “trauma” que ocasiona.

Algunos datos:

La OMS indica que desde el punto de vista de la salud pública, cuando el aborto se practica en condiciones seguras, es una intervención que apenas representa riesgos. La tasa de mortalidad es apenas de uno por cada 100 mil intervenciones, es decir, menor que el riesgo asociado a los embarazos llevados a término en las mejores circunstancias posibles.

Sin embargo, en el mundo se realizan más de 18 millones de interrupciones del embarazo clandestinos o que no tienen todas las garantías sanitarias. El riesgo de morir como resultado de un aborto peligroso es de 350 por cada 100 mil mujeres.

En cuanto al trauma psicológico… dependerá de las ideas que tengamos en la cabeza. Desde luego, si nos creemos las mentiras sobre las asesinas de niños, el trauma será grande. Ahora bien, si estamos seguras de que no podemos, no debemos, no queremos tener un hijo cuando no estamos preparadas para ello… el trauma será mínimo o inexistente.

El verdadero trauma empieza cuando pasamos por un embarazo no deseado, tenemos un hijo que no podemos cuidar, que dejamos en manos de terceras personas y que nos obliga a ir por la vida llenas de remordimientos.

Por otra parte, las únicas obligadas a dar a sus hijos en adopción o a arriesgar su vida son las mujeres pobres. Ellas engrosan las listas de mujeres muertas al dar a luz o de los abortos clandestinos.

Es por todo esto que defendemos:

el derecho al aborto libre y gratuito
el derecho a decidir por nosotras mismas si queremos o no ser madres
el derecho a disponer de todos los medios anticonceptivos
el derecho a disponer de nuestro propio cuerpo

Defendemos el aborto libre y gratuito en la seguridad social para que este derecho no dependa del dinero o a la clase social a que se pertenece. Actualmente, las mujeres que tienen acceso a un aborto seguro son las que lo pueden pagar, tanto en España como en el resto del mundo.

Sacar el aborto del código penal y dejar que las mujeres tomemos nuestras propias decisiones es un derecho inalienable que no estamos dispuestas a dejar en manos de burócratas, políticos ni empresarios.

De nosotras depende.

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