Miércoles 31 de diciembre, a las 17:00h.
Metro Eugenia de Montijo
Fin de año anticarcelario: ¿Cárceles para quién? Lxs ricxs nunca entran, lxs pobres nunca salen
Hoy en tiempos de crisis, el papel represivo del Estado se convierte en un arma fundamental para combatir el aumento de pobreza. El estado utiliza a los cuerpos de seguridad para imponer su supuesta "paz social" por la fuerza, represaliando a quienes tienen que buscarse el pan o que han decidido vivir a contracorriente, planteando un modelo social alternativo y denunciando las injusticias que genera este sistema.
El Estado, a través de la cárcel, impone un modelo de conducta social y amenaza a la población de lo que puede ocurrirle si no lo sigue. Esto se ejerce mediante políticas basadas en el miedo y así consiguen alienar a la población.
Además de marginar y criminalizar a las personas que están o han sido presas, alargándoles la condena hasta su muerte con la etiqueta de ex presidiarios. La sociedad no acoge a la gente que ha estado en prisión. Y muchos y muchas, ante la imposibilidad de encontrar un trabajo digno y llevar una vida digna, vuelven a cometer delitos y son encarcelados nuevamente. Claro ejemplo del nulo efecto rehabilitador que supuestamente tienen las prisiones.
Estas consecuencias afectan a toda la sociedad, pero sobre todo han sido creadas para controlar a las clases obreras y aplastar cualquier movimiento revolucionario, mientras que son las clases explotadoras quienes se benefician directamente de las cárceles, que gracias a ellas se aseguran sus privilegios y riquezas. Como podemos ver con las privatizaciones de las cárceles y centros de menores, convirtiéndose a la vez en centros represivos y en un negocio en manos de empresas.
Estas cárceles se aprovechan del trabajo de las personas presas, pagándoles miserias a cambio de lo que producen. Hay empresas como El Corte Inglés o Correos, que usan presidiarios y presidiarias como mano de obra, pagándoles menos de 12€ por ocho horas de trabajo, sin asegurarles, sin derecho a desempleo y sin que esto conste en su vida laboral.
El 87,3% de la población penitenciaria lo es por delitos a la propiedad, robos. Sin embargo, los verdaderos ladrones, estafadores y homicidas son el Estado, la Iglesia, la Banca, las empresas, el Fondo Monetario Internacional, el G20... Pero ya está demostrado que los ricos no van a la cárcel, sólo los pobres, quienes se mueven, quienes luchan, los y las que quieren cambiar las cosa. Robo es lo de los pobres; lo de los ricos es libre mercado.
Al hablar de cárceles no podemos pasar por alto la existencia de los CIES (centros de internamiento para extranjeros). Estos centros son cárceles encubiertas y especializadas en las que detienen a las personas inmigrantes que carecen de permiso de residencia y están pendientes de una orden de expulsión. Su detención es el resultado de una mera falta administrativa que al resto de personas nos cuesta, como mucho, una simple multa. Los CIEs no tienen un régimen interno ni las personas allí encerradas cuentan con protección jurídica, más allá del auto que dicta el internamiento. Por ello, se suceden los malos tratos, las palizas, las humillaciones psicológicas, las faltas de atenciones médicas, los abortos provocados por las malas condiciones, la insalubridad, el hacinamiento y la carencia de tutela judicial efectiva.
En estas condiciones, las personas presas en los CIEs pueden estar encerradas hasta 40 días, sin ningún tipo de sentencia judicial. Las próximas leyes europeas de extranjería pretenden ampliar este encierro hasta 18 meses. En definitiva, los CIEs forman parte de la política racista y represiva de la Unión Europea que expulsa a la clase obrera y abre sus fronteras para el libre mercado y la circulación de capitales.
Y tampoco podemos olvidarnos de los centros de menores, donde se encierra a los niños y las niñas en situación de exclusión social criminalizando la pobreza. En estas cárceles los chavales están expuestos a malos tratos, aislamiento, medicación forzosa sin control médico, violación de la intimidad, a la sistemática vulneración de sus derechos (educación, comunicación con su entorno, derecho a la interrupción de un embarazo no deseado aún cuando se encuadre en los supuestos contemplados en el Código Penal...). Además, son cárceles privatizadas con las que se enriquecen las empresas, un negocio que necesita de "clientes" para obtener beneficios.
Actualmente en las cárceles del estado español hay un número enorme de personas encarceladas por luchar por un cambio social y construir alternativas al sistema capitalista. Lo que nos hace pensar si realmente ha cambiado algo desde la dictadura, pues las ideas siguen siendo encarceladas. La cárcel, ahora como siempre, sirve para encerrar ideales y frenar las revueltas, para esconder los errores del sistema, para acallar la disidencia.
También dentro de las cárceles existen personas que reivindican sus derechos y por ello son sometidas a una fuerte represión, incomunicaciones (regímenes FIES), vejaciones, dispersión, y un largo etcétera. Además, estas movilizaciones no tienen apenas eco fuera de las cárceles ni en los medios, siguiendo el dicho de "de lo que no se habla, no existe".
Por todo esto y mucho más queremos recalcar la importancia de la solidaridad con las personas presas. El hacerles sentir que no están solas entre esos muros. Que aquí fuera hay gente que también lucha por sus derechos, por su libertad.
Y remarcar una vez más que las cárceles sólo marginan y destruyen personas, por eso, hoy, mañana y siempre gritamos ¡Abajo los muros de todas la prisiones! ¡Queremos a los presos y a las presas en las calles!
¡Organízate y lucha! ¡Hasta que todxs seamos libres!
Convoca: Asamblea fin de año anticarcelario.
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