3 jun 2008

Detingut un company en Sants acusat de participar en les destrosses de la passada manifestació contra Novartis

El pasado 6 de mayo fue detenido en el barrio de Sants de Barcelona un compañero por varios agentes de paisano de los Mossos d’Esquadra. Según la policía, Joan habría sido una de las personas que atacó la sede de la multinacional farmacéutica Novartis durante una manifestación enmarcada en las jornadas de lucha contra la experimentación animal que tuvieron lugar en febrero.

Estas jornadas, que abarcaron diversos sabotajes, actos públicos y una manifestación, tenían como objeto hacer frente a la industria de la vivisección y en concreto al laboratorio británico HLS (Huntingdon Life Sciences), contra el cual grupos de todo el mundo se han unido en una campaña.
Nada más subirse al coche Joan comenzó a ser interrogado por dos encapuchados de la división de información, que le presionaron para asumir su participación en la acción y delatar a otros compañeros. Él se negó a declarar y tras un breve paso por la comisaría de la Zona Franca fue trasladado a los calabozos de Les Corts, donde un grupo de amigos y compañeros cercanos le mostraron su apoyo desde fuera con una concentración.
Al día siguiente pasó a disposición judicial, siendo finalmente puesto en libertad provisional con cargos (por un delito de daños) y obligado a firmar una vez al mes en el juzgado.

Si bien del conjunto de la operación policial llaman la atención varias cosas, la primera de ellas es el poco esmero con el que han organizado el montaje. El guión no es nuevo y responde al método habitual en los mossos de señalar y detener a gente a partir de imágenes tomadas durante manifestaciones. Lo sorprendente es que en las imágenes presentadas por la policía la persona que tratan de relacionar con nuestro compañero aparece completamente encapuchada, y no se aprecia el rostro ni ningún otro rasgo distintivo que pudiese identificarlo como Joan ni como cualquier otro individuo.

Al final, lo único que vincula al detenido con la persona de la foto es la dudosa palabra de un policía, que afirma haber participado en la vigilancia del acto de cotxeres de sants del primero de mayo y en ese momento haber reconocido a Joan como la persona que rompió los cristales de la sede de Novartis en febrero.
Dejando a un lado las anécdotas típicas de la comedia policial, lo realmente significativo de todo esto es el intento por parte del Estado de amenazar y levantarle la mano a aquellos que han pasado a una actitud ofensiva contra la explotación animal, a esos que defienden la legitimidad de la acción directa sobre la legalidad de un sistema corrompido desde las entrañas.

El mensaje es sencillo. La sociedad siempre tendrá un micrófono y una página en el periódico reservados para el activista tolerante, que proteste como le digan que puede protestar y que se olvide del problema de fondo que origina la explotación animal. Por otro lado, el que ya no trague con las mentiras sobre la ley, la tolerancia y la posibilidad de cambiar las cosas dentro del circo montado, sin un cambio profundo, el único sitio que tiene reservado es la cárcel.

Los amigxs de Joan han emitido un comunicado en el que piden estar atentxs a posibles futuras convocatorias de apoyo.

(Klinamen)

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