3 jun 2008

Els mites del feixisme.

En el discurso político moderno se trata al fascismo con demasiado poco rigor, mezclando tal concepto en un maremagnum absurdo con otros tan dispares como "extrema derecha", "capitalismo", "xenofobia" o "racismo". Todo ello sólo consigue crear confusión en torno al fascismo y distorsionar nuestra visión de determinados problemas, y para realizar un buen diagnóstico de éstos es necesario clarificar conceptos:

- El fascismo no es la extrema derecha. En realidad, el fascismo tiende hacia la izquierda dado que se trata de un sistema partidario de una economía planificada o de la nacionalización de sectores económicos clave como la banca, y a la vez hacia la derecha porque reconoce la propiedad privada, las clases sociales y ciertos valores burgueses (patriotismo o religión). Recoge, pues, componentes tanto del capitalismo como del socialismo autoritario, por lo que no puede decirse que se encuentre en un extremo u otro del espectro político. Estaría más bien en el centro del mismo, situándose entonces el capitalismo liberal en un extremo y los sistemas socialistas en el otro.

- El fascismo no es el mal absoluto. Pese a los esfuerzos desarrollados en ese sentido por la propaganda de guerra (que todavía perdura), lo cierto es que el fascismo no tiene por qué implicar ningún genocidio en sí mismo, ni éste es una característica exclusiva del fascismo. Por ejemplo, los Aliados también cometieron crímenes de guerra y genocidios (el bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki, sin ir más lejos) y países como Estados Unidos también adoptaban políticas racistas contra su población negra, sin que por ello se considere oficialmente al capitalismo como un sistema criminal en sí mismo.

- El fascismo murió tras la segunda guerra mundial. El desprestigio de tal sistema llevó a que sólo fuese apoyado desde entonces por una exigua minoría, rechazada fuertemente por el conjunto de la sociedad por su carácter violento y radical. La única excepción europea a esa norma es España, donde el fascismo continuó (con varias reformas coyunturales y cosméticas) durante 40 años, y donde posteriormente fue transformado por la vía del pacto y la reforma en una pseudodemocracia en la que persisten varias instituciones de corte fascista o instauradas por el fascismo español, como la monarquía, los tribunales y leyes especiales o el papel político del ejército.

- El fascismo no está en auge en la actualidad. Es cierto que en varios países europeos como Francia, Austria o Suiza se está dando un gran apoyo electoral a partidos de origen fascista, lo cual tiene mucho más que ver con una tendencia xenofóbica que con el fascismo en sí. La prueba está en que dichos partidos suelen moderar en exceso su discuso en época electoral, y ello por una razón evidente: un discurso plenamente fascista sólo conseguiría una espectacular sangría de votos, porque la sociedad actual no admitiría hoy día la desaparición de las formas democráticas. El problema europeo actual es más bien una xenofobia creciente debido principalmente al problema de la inmigración.

- La xenofobia no implica fascismo. La xenofobia se ha dado en todos los momentos y lugares del mundo, es una característica tan humana como el egoismo, y normalmente surge cuando se dan choques culturales, nacionales, migratorios, etc. El momento actual, caracterizado por una creciente afluencia de inmigrantes dirigiéndose desde la miseria tercermundista hacia el próspero primer mundo, y en un contexto de economía globalizada, es el caldo de cultivo ideal para el surgimiento de todo tipo de tensiones xenófobas que nada tienen que ver con el fascismo, que sólo es xenófobo por su dimensión nacionalista.

- La xenofobia no tiene nada que ver con el racismo. El racismo es una doctrina política o social que clasifica jerárquicamente a las razas humanas, pero no tiene por qué implicar un rechazo a los extranjeros. La xenofobia, por el contrario, es un mero sentimiento de rechazo a lo extranjero sin que ello tenga nada que ver con conceptos políticos o raciales.

- "Fascismo" no es sinónimo de "racismo". El racismo existía antes del fascismo y también después, y por parte de países capitalistas y parlamentarios como Estados Unidos o Sudáfrica. Por otro lado, no todos los regímenes fascistas son racistas.

- La palabra "fascista" se usa hoy día mayoritariamente como simple insulto. En efecto, el apelativo "fascista" hoy día rara vez tiene que ver con el sistema político del mismo nombre, sino que se usa más bien para ofender al contrario refiriéndose así a una determinada actitud autoritaria o antidemocrática del mismo. Pero si bien el fascismo es autoritario y antidemocrático por definición, no toda actitud autoritaria o antidemocrática tiene necesariamente algo que ver con el fascismo.

Resumiendo: el fascismo murió tras la segunda guerra mundial, y cualquier intento actual por parte de la izquierda de luchar contra él no solamente es inútil sino que además es contraproducente, por cuanto nos distrae de dónde se encuentra el auténtico enemigo, que no es otro que el capitalismo. Son las características modernas de éste las que están creando el caos migratorio que da origen al auge actual de la xenofobia en Europa, y de la que determinados grupúsculos fascistas absolutamente minoritarios intentan aprovecharse en vano. Centrar demasiado nuestra atención en tales sectores sólo consigue que se den más importancia de la que realmente tienen, provocando un efecto propagandístico totalmente gratuito y que ellos mismos agradecen.

Del Blog Ricardo Mella

(A las Barricadas)

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