DPA/ insurgente.-
Cientos de islandeses tomaron por asalto el ingreso del Banco Central de Islandia en la capital Reykjavik, en protesta contra las consecuencias de la crisis financiera, exigiendo en el hall principal la renuncia del presidente del instituto, David Oddson.
Miles de manifestantes protestaron el sábado frente al Parlamento y pidieron la dimisión del primer ministro Geir Haarde, a quien junto a Oddson consideran co-responsables de la quiebra de los tres principales bancos islandeses. Los 320.000 habitantes de Islandia han debido asumir una enorme deuda externa.
La corona islandesa perdió en doce meses tres cuartas partes de su valor. Algunos actos conmemorativos del 90 aniversario de la independencia de Islandia derivaron hoy en protestas contra la crisis bancaria y financiera. El gobierno de Islandia logró evitar la bancarrota gracias a los créditos que obtuvo del Fondo Monetario Internacional y numerosos países.
Para 2009 se prevé en Islandia una reducción del producto bruto interno del 10%, una cuadruplicación de la tasa de desempleo y una inflación del 20%.
Una de las opciones que podría manejar el Partido de la Independencia del primer ministro Haarde es pedir la incorporación a la Unión Europea, un paso siempre visto con escepticismo por esta agrupación política. Su socio en la coalición de gobierno, la Alianza Socialdemócrata, siempre se ha mostrado más favorable a la adhesión a la UE.
Islandia está al borde de la bancarrota: un país entero devorado por una burbuja financiera. ¿Cómo es posible que la economía amenace con derrumbarse donde ayer reinaba el pleno empleo?
Islandia: 103.000 kilómetros cuadrados flotando entre Noruega y Groenlandia, en pleno Atlántico Norte; unos 320.000 habitantes que, esparcidos por toda la superficie insular, podrían repartirse entre cada tres un kilómetro cuadrado de territorio nacional.
Hasta hace pocas semanas, Islandia era una incógnita para Europa, al menos para la Europa no perteneciente al Consejo Nórdico. Se sabía que en fútbol es un rival fácil, que teniendo en cuenta su latitud debe de hacer mucho frío, que tiene una cantante muy famosa cuyo verdadero nombre es impronunciable y por eso se hace llamar Björk y que el alcohol cuesta allí más de lo que cualquier continental, con excepción quizás de los escandinavos, estaría dispuesto a pagar por él. Algunos bien informados eran además capaces de dar el nombre de su capital: Reikiavik.
De la noche a la mañana, Islandia ha pasado a ocupar páginas en los periódicos europeos. Pero, como suele suceder en estos casos de fama espontánea, los titulares no auguran nada bueno. Para salvarlos del derrumbe, el pequeño Estado acaba de nacionalizar los tres grandes bancos de la isla, asumiendo una deuda que equivale a dos años de presupuesto público y es igual al PIB anual del país. Ahora amenaza la bancarrota nacional.
La cuenta sale cara
Geir Haarde se ha convertido en el primer jefe de Gobierno islandés con guardaespaldas. Cuando las turbulencias en los mercados financieros internacionales no colapsan la economía, la vida transcurre tranquila en Islandia. Pero ya este fin de semana hubo altercados en Reikiavik. Los ciudadanos están enfadados: con David Oddsson, el director del banco central islandés, que trajo el capitalismo agresivo a la isla; y con Haarde, que hasta hace poco aseguraba que el país no se vería afectado por la crisis. También los expertos del Fondo Monetario Internacional decían en julio que la marcha de la economía islandesa era “excelente”, hoy acuden al rescate con créditos por valor de unos 1.700 millones de euros y el país se convierte en el primer Estado de Europa occidental en aceptar ayuda del FMI desde 1976. Los vecinos escandinavos aportarán otros 2.000 millones de euros. Gran Bretaña y Holanda han prometido ayuda. Incluso Polonia y las Islas Feroe quieren hacer su contribución.
Haarde necesita unos 15.000 millones de euros, hay quien eleva la cifra a 20.000 millones. La especulación excesiva de los tres bancos nacionalizados, Glitnir, Kaupthing y Landsbanki, le va a salir cara al Estado. Se calcula que el endeudamiento público aumentará del 29 al 100% del PIB, las pensiones podrían peligrar, la cuota de desempleo pasar del uno al 10% y la inflación, que a causa de la histeria acumuladora de víveres supera ya el 16%, podría llegar al 20%. Mientras tanto, la corona islandesa sigue cayendo en picado.
Parecía un buen negocio, pero…
“Los bancos islandeses recaudaron en el extranjero grandes cantidades de dinero y créditos cotizados en dólares, que luego volvieron a repartir dentro del país y a veces también fuera”, explica Dorothea Schäfer, experta en finanzas del Instituto Alemán de Investigación Económica, “el rumor de que las entidades financieras podrían verse afectadas por la crisis hizo que la corona islandesa perdiera gran parte de su valor. Esto puso a muchos en dificultades a la hora de devolver lo prestado y fuera de Islandia endureció las condiciones de los créditos. Los bancos islandeses acabaron al borde de la insolvencia”.
Atraídos por los altos intereses, también muchos alemanes, que ahora tiemblan por todos los depósitos que superen la asegurada cifra de los 20.000 euros, confiaron sus ahorros a entidades islandesas. Pero si los bancos no pueden cobrar a sus acreedores, tampoco están en condiciones de pagar a sus ahorristas. Y en general: ¿cómo puede ser que un banco de un país de 300.000 habitantes, como Islandia, ofrezca más intereses que uno de un país de 80 millones de personas, como Alemania?
“Simplemente, no puede ser”, dice Schäfer, “los bancos islandeses debieron creer que podían invertir, por ejemplo, en valores ligados a créditos hipotecarios y obtener de ellos rendimientos muy por encima de los altos intereses que estaban otorgando a sus clientes. Parecía un buen negocio, pero al final resultó que el cálculo estaba mal hecho”.
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