Carta abierta num.1
5 julio 2008
« Actuar como primitivo y pensar como estratega » René Char.
Saludos a todos/as los/as compañeros/as, amigos/as, saludos a todos/as aquellos/as que de cerca o de lejos han seguido nuestras historias.
Me detuvieron en enero, y después de cuatro meses y medio de prisión y de luchas además para obtener unas condiciones decentes de encarcelamiento, me encuentro afuera en control judicial desde hace un mes. El control judicial es una especie de ley individual que te dice lo que debes hacer y lo que esta prohibido que hagas . Yo, no debia salir del territorio de Belfart, ni del departamento de Haute-Saône (este de Francia) donde se fijó mi residencia, en casa de mi padre. Mis desplazamientos estaban en teoria limitados a la búsqueda y a la realización de un trabajo o, si no, a las necesidades de la investigacion.
La idea, es un control social fuerte y una puesta a disposición de su cuerpo a la Policía y a la Justicia. Yo debía, por ejemplo, ir todas las semanas a enseñar mi cara a la gendarmería local y ser « seguido » dos veces al mes por un policía social de la penitenciaría, especie de equivalente local del juez de instrucción. En resumen, las cosas son simples, o tienes mucho cuidado, encuentras/te encuentran un lugar y te quedas en él, o si no, vuelves a prisión, y no es para tomarselo a cachondeo.
Durante el mes que estuve bajo control judicial, tuve la desagradable sensacion de estar fuera de todos los espacios de lucha, de asistir a mi propia muerte como sujeto político.
Aceptando sus reglas del juego, es como si yo firmara mi propia sumisión, mi rendición como rebelde, incluso, si a veces pensamos que podemos, decirnos : « juego un rato el juego y después estoy tranquilo » o « juego el juego en apariencia ». He aquí que me sentí desposeido de cómo habia elegido combatir el existente, me sentí desposeido de cómo lucho para una transformación radical de los espacios donde vivimos, y contra la mediación capitalista de nuestras vidas.
Entonces mi gesto es el simple gesto de mi revuelta contra aquello que me intentan imponer. No poseo nada mas que mi propia vida y podia elegir entre dejarme triturar y anular todo lo que había hecho hasta entonces o bien pelear, no aceptar la situación que nos imponen, tomar los espacios que se me abren. Como margen de maniobra, no me quedaba otra cosa que la ilegalidad, la clandestinidad y la fuga. En primer lugar, para poner un poco de distancia entre la Policía y yo. Después, para atreverme a vivir el presente, sin arrepentimientos.
Sé que este camino es duro, que muy a menudo, la cárcel nos vuelve a atrapar, que las garras de la represión acaban por derribar a aquellas y aquellos que luchan en la ilegalidad. También sé que prefiero algunas horas de libertad robadas, arrancadas a los que nos oprimen antes que respirar en cuentagotas y de la mano del amo.
Yo quiero vivir sin amos, sin nadie que me diga lo que es malo y lo que es bueno para mi. Poco me importa lo que piensan de mi. Quiero vivir en revuelta permanente contra la opresión. Quiero, partiendo de esto, tejer vinculos que permitan actuar colectivamente, pues es esta la política, entenderse en el origen, sobre lo que queremos y actuar en consecuencia. Nosotros partimos de los problemas que nosotros tenemos y actuamos sin esperar a que ningun jefe venga a decirnos si esta deacuerdo o no.
Huir hoy de un control judicial significa situarme de nuevo con aquellas y aquellos que luchan, significa afirmar que no soy un cuerpo a gestionar, al que se le impone su voluntad, significa que no he acabado con la crítica de la opresión, del poder del capitalismo, que no he dejado de ser uno entre centenares y miles que luchan en los espacios que son los suyos contra la locura de nuestra época . No he dejado de pensar que es en la lucha, esta reapropiación cotidiana de nuestras vidas, que se encuentra la libertad.
Pienso en todas aquellas y aquellos que luchan en solidaridad por los compañeros en prisión.
Un pensamiento especial para ellas y ellos, nuestros compañeros presos, fuerza, coraje y determinación.
Para todas aquellas y aquellos que intercambian la destrucción de nuestras vidas por el dinero, por una posición social o por no sé qué, no tendreis de mi más que la expresión de mi más profundo desprecio, deseo no volver a veros nunca mas.
Fuego a todas las cárceles.
Fuego al capitalismo.
Desde la clandestinidad, Bruno.
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