Presentamos acá un texto sobre estrategia revolucionaria escrito por Abraham Guillén, militante libertario desde su adolescencia como trabajador de la Madera en la España de los años 30, más tarde con un puesto de responsabilidad en la economía socializada durante la Guerra Civil Revolucionaria y después, en el exilio, como teórico de la economía y de la guerra de guerriilas, al servicio de la revolución social latinoamericana y mundial.
Abraham Guillén, Desafío al Pentagono; Guerrilla latinoamericana, Capítulo III.
Este texto es el capítulo tercero de dicho libro, se puede consultar el primero en la siguiente URL: http://www.anarkismo.net/article/15943
Abraham Guillén
Luego de terminada la segunda guerra mundial, han proliferado las guerra revolucionarias, si bien las guerrillas yugoeslavas, albanesas y chinas se insertaron o surgieron con la guerra a la escala universal. Apenas habían silenciado su tronar los cañones de la guerra imperialista, estallaron guerras revolucionarias: Grecia, Irán, Indochina, Argelia, Colombia, Cuba, El Congo, Angola, etc. Todo lo cual demuestra que estamos viviendo en una época de grandes conmociones sociales, muy similar a la de las guerras de religión (Reforma); pero ahora mucho más universal, vasta y revolucionaria; en el Siglo XVI emergía el capitalismo de las cenizas de la Edad Media; en nuestra época, aflora el socialismo por todos los poro sangrantes del capitalismo; pero no por evolución, sino más bien por revolución.
Objetivamente las condiciones históricas son revolucionarias; pero la victoria de los revolucionarios depende, subjetivamente, de emplear o no una política, una dialéctica, una estrategia, que conjugadas sean operacionales. De ahí que el camino hacía la Revolución sea dificil, cuando no se cuenta con una estrategia general (conocimeinto pleno de los principios que rigen el arte de la guerra) y una estrategia específica (conocimiento de las leyes estratégicas válidas para un país dado, para una situación concreta). En este orden de ideas, sucede frecuentemente que un país o una región del mundo presentan, objetivamente, condiciones revolucionarias: (crisis económicas, guerras, caos social y político, etc.); pero, subjetivamente, no hay revolucionarios preparados para transformar las crisis económicas en crisis revolucionarias y las guerras nacionales o imperialistas en guerras civiles.
Desde la más remota antigüedad se han producido -en todos los tiempos- ocasiones históricas revolucionarias; pero los esclavos, los sirevos o la plebe, no estaban preparados para conducir las fuerzas históricas; para quitar del Poder a las clases dirigentes; para sustituir un modo de producción decadente por otro régimen más expansivo, dinámico, en que las relaciones de producción (fuerzas productivas, formas de la propiedad, formas de Estado, etc.), estuvieran en armonía con las relaciones sociales (clases sociales, superestructura jurídica, filosofía, etc.). Si Espartaco hubiera sustituido la economía esclavista por una economía que consiguiera más libertad y mayor acumulación de capital, etc., hubiera vencido, largamente, a las legiones romanas. La derrota de Espartaco fue política, ya que sus huestes lograron muchas victorias tácticas, pero ninguna victoria política y estratégica.
Una clase, una nación o una civilización, desaparece o surgen en una batalla: perdida o ganada. En ese sentido, pudiera decirse, pues, que la “violencia es la partera de la historia”; pero hay que saber ejercerla estratégica, táctica y políticamente, para obtener más victorias que derrotas. Trazarse una estrategia correcta -antes de comenzar una guerra- es merecer el triunfo al terminarla. Ello es posible cuando un pueblo insurreccionado, un ejército, o una clase oprimida, cuentan con un Estado Mayor, con unos comandantes que reununcian a todo menos a la victoria, por más sacrificios que ella exija para merecerla. En este orden de ideas, Napoleón decía: “la moral es al material como tres a uno”. Esta tesis ha quedado demostrada en Viet-Nam, donde la estrategia logística (potencia militar de fuego y de número), a favor de los norteamericanos, no consigue vencer a un pueblo en armas (moral y movilización masiva de las masas populares). Frente a la estrategia logística (poderío económico y militar de una gran potencia) un pueblo subdesarrollado puede vencer a un país industrializado, si sabe emplear la estrategia de la guerra revolucionaria (guerra en superficie, en todas partes y en ninguna con frente fijo), hasta que la duración de la guerra desmoralice al adversario, no teniendo éste más remedio que negociar la paz, con abandono del espacio ocupado por la fuerza bruta: logistica, metalúrgia, mecánica, etc.
Un país imperialista (ya se trate de una u otra ideología) será siempre obligado a utilizar la diplomacia, primero; la guerra, después; para coupar los espacio económicos y geoestratégicos que lo conviertan en potencia mundial, en el epicentro de un grupo de potencias satelizadas: Estados Unidos (en la OTAN y el Mercado Común Europeo); la URSS, (en el Pacto de Varsovia y el COMECOM). Pero, a corto o largo plazo, se rebelan las naciones oprimidas: caso de Francia contra la colonización financiera del dólar; Rumania (1966), Hungría (1956), Checoslovaquia (1968), Albania 1961), China (1960), Yugoslavia (1948), contra el predominio económico del rublo; incluso la guerra puede estallar más posiblemente entre algunos países del Este que entre ciertos países del Oste.
La URSS y el EEUU siempre practican, como todas las potencias, la “estrategia de la alcachofa”: ir comiendo poco a poco, hasta que se acaba toda la alcachofa; pero entonces suele estallar una rebelión: Hungria, 1956; Santo Domingo, 1965; o el repliegue progresivo en una alianza de la que se va un país: Francia contra EEUU; Rumania, Checoslovaquia, China, Yugoslavia y Albania, contra la URSS.
La verdad es que un pueblo, por chico que fuere, si está unido, detrás de un gobierno que haga de comité revolucionario, puede desafiar militarmente a una gran potencia como Viet-Nam a EEUU; cosa que pudiera hacer igualmente, en defensa de su soberanía e independencia, frente a la URSS, Albania, Rumania, Checoslovaquia, Yugoslavia, China, etc. La guerra revolucionaria es válida tambienén en el Este... Cuba, en el Oeste, existe revolucionariamente en la periferia de Estados Unidos, casi al lado del pentágono; pero más por sus posibilidades de guerra revolucionaria contra EEUU que por la “ayuda” de la URSS.
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