31 ago 2010

En las cárceles…

Semana a semana nos enteramos por el noticiero de protestas de presos y presas (muchas veces individuales), ya sea por las condiciones de reclusión, denunciando la tortura que viven o el incumplimiento del código penal al que están sometidas, etc.

Esto es lo que nos enteramos por el noticiero, pero sabemos que muchas cosas pasan atrás de los muros y rejas de las cárceles, que se intentan acallar con otras noticias más “alentadoras” sobre construcción de más cárceles con mejoras varias, como si se pudiera mejorar la tortura que significa el encierro.

Los asesinatos, torturas y humillaciones diarias que los presos, sus familiares y allegados viven, son algo conocido. No podemos el olvidar ni los del pasado ni los más recientes, volvamos a recordar, por ejemplo, los asesinados en agosto del 2009 en COM.CAR, cuando quemaron vivos a cinco presos de los cuales algunos se encontraban realizando denuncias de corrupción policial y malos tratos. Recordemos los asesinatos y la represión en las cárceles de Rivera y las Rosas, la infinidad de heridos de bala en distintos centros de detención de los cuales nunca se tuvo alguna información clara, o la situación de tensión y brutal represión en las cárceles. Sin mencionar ya el sucio accionar de la policía en las calles de Montevideo donde son asesinados jóvenes y niños, o el hecho de sitiar un barrio, como en el caso de Marconi.
Todo esto ocurre sin que altere sobremanera a la “opinión pública”, gracias al claro apoyo de los medios de comunicación que convierten y justifican ésta sangrienta verdad en mansa protección de la “sociedad”, una sociedad en la que el principio principal es salvaguardar los bienes de los que más tienen. Cabe recordad que más del 90% de los delitos pos los que se va a la cárcel son delitos en contra de la propiedad privada (hurto, rapiña, robo, etc.) aunque sea muchas veces, lamentablemente, al vecino de al lado.

Este volante lo estamos escribiendo con la firme convicción de que las cárceles son un instrumento más de tortura legalizada por parte del sistema, para mantener un orden injusto y cruel en el que unos se benefician a costa del sufrimiento de otros. Porque sólo con fuerza y amebaza puede mantenerse ésta estructura de poder en la que unos mandan y tienen todo y otros obedecen y no tienen nada.
Ante todo esto: la represión, la humillación y la amenaza constante, el aislamiento que significa el encierro dentro de las cárceles y las constantes protestas que se dan dentro de éstas, vemos necesario alentar a la comunicación y al apoyo a estos actos de protesta y lucha, para que se hagan oír y surjan actos de solidaridad y se reflexione sobre las condiciones a las que estamos todos sometidos.
Como por ejemplo y a modo informativo, tomamos las varias huelgas de hambre coordinadas en distintas cárceles argentinas, donde los presos exigen una serie de derechos que les son negados o el motín de hace algunos años en el penal de libertad. El motín fue bastante generalizado y decidido, talvez por eso llegó a llamar la atención de la población y se llegó a poner la mirada, por un momento, sobre el tema de las cárceles. Eso fue importante, pero no fue suficiente, porque las condiciones siguen siendo las mismas. Porque el encierro no se puede mejorar, es y será siempre inhumano.

Contra todas las armas de represión:
¡Ni cárceles, ni policía, ni buchones!
Las cárceles no se humanizan, ¡se destruyen!

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