Zaragoza ha pasado de ser una ciudad compacta, centralizada y accesible hacia un inhóspito maremágnum cada vez más extenso, donde los barrios son simples lugares de pernocta. |
De 200.000 a 600.000 metros cuadrados ha crecido la superficie destinada a grandes centros comerciales en la ciudad de Zaragoza en apenas cinco años, con el nacimiento de Puerto Venecia y su tala a saco en los Pinares de Venecia y la aparición del último monstruo comercial de la ciudad: Plaza Imperial. Plaza Imperial abre con cifras apabullantes como sus 190 tiendas, casi 6000 plazas de aparcamiento, carreteras y accesos modificados ex-profeso, presiones a las instituciones para convertir aún más en papel mojado la moratoria de grandes superficies y, como no podría faltar, importantes conexiones con el lobby empresarial que maneja el polígono Pla-za, en cuya entrada se sitúa. Sobre las 20.00 del día de la inauguración, 3 de septiembre, 82.000 personas habían accedido a las instalaciones de Plaza Imperial; aunque estimaron que, al cierre, alrededor de las 2 de la mañana, se habían alcanzado las 100.000 visitas, para que luego hablemos de éxito en la Expo, teniendo en cuenta que esta cifra es sólo 3000 personas inferior al récord del engendro de Ranillas. Plaza Imperial es el paradigma del consumismo y el capitalismo más salvaje: Sólo se puede acceder mediante vehículo privado, estando a cerca de 2kms la parada de transporte público más cercana. Todas sus marcas son franquicias de multinacionales y grandes corporaciones (Decathlon, Mac Donald’s, Inditex, Fnac…), algunas de ellas responsables de desmanes de todo tipo contra las personas o el planeta. Promociona un modelo de consumo irresponable, puesto que desplazarse hasta allí, una zona industrial horrible a la salida de la ciudad, no tiene otro objetivo que gastar pasta, al no existir ningún lugar donde pasear o zona verde cercana. Plaza Imperial forma parte, asimismo de los mismos planes de urbanización salvaje de la zona sur de la ciudad, con barrios como Valdespartera o Arcosur, que acumulan una oferta de 30.000 viviendas, un par de campos de golf, la ampliación del aeropuerto y los cada vez más cercanos polígonos de la localidad de la Muela. Que no le faltará clientela que haga un poco más ricos a los dueños de Plaza Imperial no nos cabe duda. Ahora bien, queremos dejar una serie de cuestiones en el aire, como por ejemplo el extremo al que hemos llegado en la locura consumista, como es la identificación entre ocio y consumo, cada vez más descarada, que además está colaborando en hacer nuestra ciudad cada vez menos habitable, articulándola en lugar de hacia una ciudad compacta, centralizada y accesible hacia un inhóspito maremágnum cada vez más extenso, donde los barrios son simples lugares de pernocta y el ocio depende de la existencia de un centro comercial. |
11 sept 2008
Saragossa: Ciutat de compres, monstre consumista
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