Hace un par de semanas “celebramos” nuestro 3° aniversario, aunque más que un “celebrar” fue un conmemorar, fue un decirle a la sociedad estamos vivos y seguiremos propagando las ideas de libertad contra viento y marea.
Asimismo, son los tres años de un espacio autónomo que nació como herramienta popular y poblacional, pero que ha ido mutando, quizás alejándose de aquellas fórmulas, o mejor dicho reformulándolas a través de nuevas ideas y prácticas que nos mueven como espacio. Éstas ideas y prácticas comienzan a profundizarse desde la muerte de nuestro compañero Jonny Cariqueo –nombre que lleva nuestra Biblioteca Libertaria-, donde comprendimos la significancia de cada acción contra el poder, y del sistema normalizador de la vida. Nuestro espacio se fue nutriendo de nuevos conocimientos, los talleres que antes eran netamente para los vecinos fueron mutando en instancias de crecimiento cualitativo para los integrantes del espacio e individualidades más afines a nuestras prácticas. Fue un período donde nuestra lucha tomó un rumbo desde el cual no había vuelta atrás.
El 22 de mayo muere Mauricio Morales, tras su dolorosa partida comienza el show mediático, -o mejor dicho se reactiva-, de parte de la policía y la prensa contra casas okupadas, centros sociales y compañeros en una posición de enfrentamiento contra el poder. Nuestro hogar no era ajeno a ello.
Es en ese contexto, donde interponemos un recurso de protección (con todas las contradicciones que aquello significaba, y las cuales aún se mantienen vigentes) como espacio, con el objetivo de poder resguardarnos de las calumnias que día a día profería la prensa. La respuesta del poder judicial fue el reconocimiento de su propia lógica: no teníamos derecho porque declarábamos abiertamente estar contra su dominación, contra sus leyes, contra su forma de entender y llevar la vida.
El 11 de diciembre, como “medida de precaución” ante eventuales atentados en el proceso eleccionario presidencial, son allanadas varias casas okupadas, centros sociales y domicilios particulares. Nuestro hogar no es allanado, pero comprendemos más que nunca hacía donde estaba dirigido el poder, no nos parecía algo extraño, pero ahora se hacía más evidente. En ese momento solidarizamos con los compañeros represaliados, teníamos y sentíamos el peso de no claudicar frente al enemigo.
Cambia el gobierno, nada nuevo, más de lo mismo, pero con ello también cambian las estrategias del poder, se necesitaban resultados en el Caso Bombas a como dé lugar, no había lugar para investigaciones eternas, con condenados en libertad (como Cristián Cancino), y con escasos resultados.
Con el cambio del fiscal de la investigación a manos de Peña se agudizan las prácticas de hostigamientos que se venían anunciando al cumplirse un año de la muerte de Mauricio Morales. La prensa nuevamente volvía a atacar diciendo quizás profecías que todos escuchábamos, no con incredulidad sino con alerta, pero ¿qué quedaba? ¿Mantenernos donde siempre habíamos estado, nuestra casita, o cerrar las puertas de aquel espacio que estaba siendo apuntado más que nunca por el poder?
Muchos compañeros dejaron de frecuentar los espacios abiertos, quizás por temor, o quizás por estrategia, no somos nadie para juzgar sus decisiones, pero el hecho es que más de alguna vez nos planteamos qué pasaba con ellos. Decidimos seguir porque comprendimos que nuestra vida debía ser más que nunca una propaganda y, mantener las puertas abiertas era darle vida a esa idea y a esa praxis, significara lo que significara. Resignificamos nuestras acciones, llevamos nuestras ideas a nuestro entorno, a la población a través de diversos medios: batucadas, murgas, boletines, etc., donde intentamos despertar un poco esas mentes, sacar a la calle a la gente, NUNCA rebajando nuestro discurso pero si clarificándolo para que no sólo quedara en nuestras paredes, entre nosotros mismos. Sabíamos –y lo continuamos pensando así- que hoy más que nunca, no podemos callar nuestra voz contra toda forma de autoridad, y tampoco debemos estar solo en esta lucha.
A las 6.30 de la mañana del 14 de agosto es allanado por 2º vez nuestro hogar. No venían a buscar a ninguno de nosotros con una orden de detención en la mano, como sí ocurrió con otros compañeros esa fatídica mañana. Se llevaron lo de siempre, aquello que siempre incautaban y que nunca más recuperaríamos, sin embargo, algunas de aquellas cosas tras la formalización de 14 compañeros constituían pruebas importantes para acusarlos. Nuestras ideas plasmadas de diversas maneras, son la principal prueba para acusar a los detenidos del 14 de agosto, que actualmente se encuentran en prisión.
La vorágine de los acontecimientos nos hizo reflexionar sobre la continuidad y proyección de nuestro espacio. ¿Seguir o cerrar, velar por nuestra integridad o claudicar en la defensa de este espacio que tanto habíamos defendido? Nunca fue fácil continuar con este proyecto, pero se hace más dificultoso si nos señalan como un “centro de poder” (cuestión que se aleja totalmente de nuestras ideas y prácticas, pues despreciamos el poder), parte de la supuesta asociación ilícita terrorista, que tanto desean eliminar. Eliminación que –lamentablemente- se concreta con el desalojo del CSA y Biblioteca Sacco y Vanzetti y el cierre de la Casa Okupada La Crota. Sabíamos que aquello venía, y que aquello no significa la eliminación de las ideas que se intentaban llevar a la práctica en estos espacios, pero su cierre nos duele en el corazón.
Mantendremos las puertas abiertas de nuestra casa porque en otro lugar no estaríamos más tranquilos, sabemos que si el poder y toda su estructura nos quiere encontrar, enjaular y reprimir lo hará en cualquier lugar o momento.
Hemos decidido enfrentar con la frente esta lucha, manteniendo nuestro espacio abierto y vivo, propagando más que nunca nuestras ideas de libertad, nuestra práctica insurreccional, generando relaciones sociales
alejadas del capital y el consumismo. Quieren que neguemos las relaciones con nuestros compañeros, hermanos, amigos, quieren que no realicemos actividades difundiendo nuestras ideas porque todo aquello constituye prueba para decir que existe una asociación ilícita. Pero seguiremos denunciando la aplicación de la ley antiterrorista a los detenidos tras el Caso Bombas y a los comuneros Mapuche en huelga de hambre.
Hemos decidido continuar sabiendo las consecuencias de aquello, sabemos que pueden inventar cualquier cosa, un montaje policial no nos parece nada nuevo, pero también tenemos la convicción de que no estamos solos en esta lucha y que en esta nueva etapa que parece más oscura que brillante, estamos con todos aquellos que han entregado su vida por destruir la dominación, la explotación, con quienes han decidido agudizar de tal manera su practica antiautoritaria que no han encontrado vuelta atrás, con los que caminan a paso libre, con nuestros hermanos encarcelados, estamos con cada acto de insumisión cotidiana, y con todo gesto que propague rebeldía contra la autoridad.
Propagando ideas de libertad
No cesaremos en la lucha
Tres años del Centro Social Autónomo y Biblioteca Libertaria Jonny Cariqueo.
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