21 feb 2010

[Texto] Texto encontrado en las calles

¿SE PUEDE ACABAR CON EL PARO?

¡Se puede acabar con el capital!

El paro no viene caído del cielo, tampoco es consecuencia la la mala gestión de tal o cual gobierno capitalista, ni mucho menos de la pereza o la incapacidad de los trabajadores para ser competitivos.

Si en los tiempos que corren millones de trabajadores pierden su trabajo, y son arrojados a la indigencia o a las manos de la caridad de las instituciones sociales, no es una casualidad ni un error de ningún tipo: es la trágica consecuencia de un sistema de producción, el capitalista, en el que los obreros somos simples mercancías que venden su trabajo para sobrevivir, generando así el beneficio de los empresarios.

Cuando los negocios marchan bien, las empresas florecen y parece que la prosperidad es la constante común en toda la época moderna. Los empresarios emplean a tantos proletarios como pueden, les compran su fuerza de trabajo, la emplean en la producción de mercancías y servicios varios y obtienen de la diferencia entre lo pagado y lo obtenido pingües beneficios: explotan entonces a los obreros y a cambio les permiten subsistir mal que bien. Cuando la época de bonanza toca a su fin, cuando la competencia salvaje entre las empresas reduce el nivel de beneficios, entonces la preducción deja de ser rentable y conviene pararla: la mano de obra va a la calle (despidos, ERES´s, y demás) y ya no se le garantiza ni la comida.

El paro evidencia la condición del obrero en el mundo capitalista: una mercancía a utilizar cuando conviene y a destruir cuando sobra. Pero una mercancía que, a diferencia del resto, es la única capaz de producir riqueza, una mercancía que vive, siente y padece y a la que, realmente, se debe todo lo que existe.

El paro evidencia también algo muy importante: si el proletariado es el gran perdedor en esta historia es porque no sólo se enfrenta al empresario explotador, burgués de derechas y fascista, el enemigo abierto que paga (o no) y firma la casta de despido; también le atacan desde el lado de quienes aparentemente están de su parte: los sindicatos, completamente vendidos a la burguesía que paga sus facturas y que han aceptado la defensa de la empresa y del Estado de los patrones como principio fundamental, y los llamados partidos obreros, en cuyo programa real se inscribe únicamente mantener la paz social (esa paz que reina como sobre un cementerio) para salvaguardar el sistema y garantizar la buena gestión de la economía… Ésos son los enemigos más peligrosos, los que aparentan estar entre nuestras filas.

Cinco millones de parados y ni una huelga general (por torpe y limitada que sea), miles de ERE´s firmados sin pestañear… demuestran esta verdad.

A los trabajadores sólo nos queda una salida y pasa por retomar el camino de la lucha de clases, abierta y sin concesiones. Reconocer a nuestros adversarios donde y como quiera que se presenten y entender que los proletarios formamos una sola clase, ya estemos parados o empleados, seamos inmigrantes o nativos. Y para ello es necesario, desde ya:

1- Ser intransigentes en unas exigencias fundamentales (no a los despidos, no al aumento de los ritmos de trabajo…), los intereses de la empresa no son los intereses de los obreros, los intereses de la burguesía nunca son los intereses del proletariado.

2- Romper con la unidad nacional: la patria es la patria de los burgueses y los proletarios somos extranjeros en todos sus países. Si hay sanidad o subsidio por desempleo es porque nosotros lo pagamos con los impuestos y con lo que nos roba el patrón.

3- Levantar nuestras propias organizaciones de lucha que asuman la defensa de las condiciones de vida de la clase trabajadora, que luchen eficazmente contra los burgueses y su Estado, sin ningún tipo de pretensión conciliadora o colaboracionista.

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