Después de más de una semana hopitalizado en La Vall d'Hebron, a la espera de la operación que devuelva su rodilla izquierda a su posición "natural", Raúl (bajista y vocalista de la banda punk La Purria) nos explica como fue brutalmente agredido por un "segurata" en el metro de Barcelona. Por desgracia, el de Raúl no es un caso aislado y ultimamente sucede con bastante asiduidad en la ciudad Condal.
"....el pasado Domigo 14 de febrero por la mañana, viajando en la línea roja del metro de Barcelona, se nos acercaron una pareja de guardias de seguridad increpándonos por estar bebiendo en botellas dentro del vagón. Así que guardamos, tal como nos pidieron, todas las botellas, a excepción de una que, al no tener tapón, se derramaría. Aquí empezó lo que parecía una charla amistosa sobre el trabajo en el metro con ellos. Uno de los dos guardias empezó a mirarme fijamente y a pornerse visiblemente nervioso (estaba temblando) y dirijiéndose a mi, que todavía no había sido partícipe en la conversación, y de muy malas maneras, me dijo: "porque si yo quiero te bajas". A lo que yo contesté: "tranquilo, que te estás poniendo muy nervioso". A lo que él, muy visiblemente alterado, respondió: "yo si quiero me das el DNI". Yo le volví a contestar que, si quería, podía pedirme la documentación, pero que yo no tenía ninguna obligación de enseñársela, pues no pertenecía a ningún cuerpo de seguridad del estado. De forma agresiva me respondió: "pues ahora me das el carnet". Le pedí que se tranquilizara y, aprovechando que el tren estaba estacionado en la parada de Urguell, nos bajamos para evitar problemas. Pero lejos de conseguirlo, pues también él bajó del vagón y nos siguió, con las esposas como un puño americano y la porra en la otra mano. Estando yo apunto de llegar a la calle me giré y vi como, el vigilante en cuestión, tiene la porra levantada sobre su cabeza y está a puntito de golpear a unos amigos. Agilmente me aproximo a él arrebatándole el arma con el que atacaba y salgo corriendo a la calle, donde estoy lejos de su alcance. Tal como él llega y sin mediar palabra, intenta darme un puñetazo que logro evitar. No así la posterior patada, que golpea mi rodilla, sabiendo que golpeando ahí la rompería...
Parece ser que una testigo presencial es quien llama a mossos. Al llegar éstos, mi agresor desaparece por las escaleras. Ignorando mis quejas, la policía me obliga a levantarme para proceder a un cacheo, pero al ver la rodilla desiste".
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