4 feb 2010

La reunión de los “amigos” de Haití en Canadá… Así, ¿quién necesita enemigos?

“La exclusión de los pobres de aquellas decisiones que les afectan, explican por qué los más recientes de los esfuerzos de la comunidad internacional para ayudar a Haití se centraron en el aumento del número de maquiladoras –o fábricas- que pagan impuestos irrisorios y donde los haitianos, si tienen suerte, ganan sueldos apenas para sobrevivir. Explica por qué la mayor parte de la ayuda internacional se gasta en burocracias de las ONGs y el poco dinero que llega al pueblo haitiano genera más dependencia en vez de autosuficiencia. Explica también por qué una misión de paz de la ONU, la cual es considerada un éxito tanto en Nueva York como en Washington, es detestada en Haití. Y explica, en parte, por qué el futuro de cientos de miles de haitianos es tan incierto”

(Reed Lindsay, “Spirit and strength will pull Haiti’s people through”, The Guardian, 24 de Enero, 2010)

I. El lunes 25 de Enero se reunieron los “amigos” de Haití: Francia, EEUU, Brasil, Canadá y varios otros países, entre los cuales encontramos a prominentes gobiernos que participan de la ocupación haitiana como Chile, Argentina y Perú. Es decir, los “amigos” son aquellos países que de una u otra manera han participado en la ruina haitiana durante los últimos siglos. También estuvo presente, casi por cortesía, el primer ministro haitiano Jean Max Bellerive. En esta reunión, realizada completamente a espaldas del pueblo haitiano se supone que tendrían que discutirse los lineamientos estratégicos de lo que sería la “reconstrucción” de Haití, pero en realidad funcionó más bien como un foro para derramar lágrimas de cocodrilo, lucir ante el mundo ciertas donaciones para fondos de emergencia (supuestamente, prueba irrefutable del “compromiso” de la “comunidad internacional” con Haití) y para hacer preguntas filosóficas vacías sobre el pasado y destino de Haití como “¿por qué tantos esfuerzos [ie. de la “comunidad internacional”] no condujeron al desarrollo de Haití?" [1].

Resulta evidente la respuesta a esta sesuda pregunta hecha por el primer ministro haitiano y no era necesario organizar un encuentro internacional para encontrar esa respuesta. De hecho, la respuesta a esa pregunta la saben perfectamente los “amigos” de Haití y la conoce también cualquier lector medianamente informado de la historia haitiana. Intentar responder a esta pregunta sin referencia a las sanciones sufridas por la naciente República de Haití desde su propia génesis en 1804, sin referencia a la ocupación militar norteamericana de 1915-1934, sin referencia al modelo de Estado prebendario y mercantilista impuesto por la oligarquía, sin referencia a la dictadura duvalierista respaldada por Francia y EEUU, sin referencia a la deuda criminal que Haití tuvo que pagar de 1825 a 1947 como precio por su independencia a Francia y que devoró hasta el 80% de su presupuesto, sin referencia a las múltiples dictaduras, golpes de Estado, programas de ajuste estructural, sanciones y embargos sufridos desde los ’90 en medio de la lucha por la democratización de Haití y sin referencia a la ocupación a manos de la ONU (MINUSTAH) desde el 2004, es un ejercicio vacío e inconducente, hasta diría que ocioso.

Pero obviamente, nada de esto sería tocado. Ni tampoco se tocarían asuntos espinudos relativos a cómo superar ese pesado legado de miseria y explotación: reparación económica de las grandes potencias, anulación incondicional de la deuda, estrategia de desarrollo urbano y rural que corte con las medidas de ajuste estructural neoliberales impuesta por el FMI-USAID, recomposición del campesinado, término de las intervenciones militares, etc.

II.Tuvieron que llegar otros actores a plantear algunos de estos temas; así llegó un comunicado firmado por más de 200 redes, organizaciones, movimientos e individualidades de una veintena de países demandado la anulación incondicional de la deuda externa haitiana, así como exigiendo terminar con la estrategia de militarización de los problemas sociales de Haití [Ver comunicado íntegro al final de este artículo]. Es de destacar que este llamado no viene de la nada: se han hecho eco de él incluso varios gobiernos europeos, latinoamericanos y diferentes representantes de la llamada “sociedad civil”, pareciendo surgir una especie de consenso sobre la necesidad de eliminar completamente la deuda externa haitiana, por extorsionista, injusta e ilegítima (fue adquirida mayoritariamente por la dictadura de los Duvalier y el grueso de este dinero fue derecho a sus cuentas bancarias, un hecho sabido por los prestamistas).

Quizás esto no será la solución última a los problemas de Haití, que tienen raíces muchísimo más profundas, clavadas en la realidad misma del modelo impuesto y que precisa de transformaciones sociales y económicas llevadas a efecto por la mayoría oprimida y explotada. Pero es indudable que esta medida, de concretarse, eliminará una onerosa cadena que pesa sobre el cuello del pueblo haitiano. Esta medida resultaba bastante incómoda para los “amigos” de Haití, en momentos en que se llenaban la boca hablando de manera altruista sobre su compromiso con Haití. Pero ahí llegó el propio primer ministro haitiano a sacarlos de “apuros” al minimizar el impacto de una eventual cancelación de la deuda haitiana, para acto seguido, insistir en que la clave de la “reconstrucción” recae sencillamente en la llegada de más “inversionistas”, sin especificar qué clase de inversiones ni nada. Pero no solamente minimizó el impacto de la cancelación de la deuda: contra toda evidencia, planteó que Haití puede seguir asumiendo el compromiso de su deuda[2]. Este planteamiento no es ni más ni más que una animalada, un acto criminal en contra de un pueblo que no tiene siquiera como alimentarse ni cubrirse de las necesidades más básicas.

Es necesario detenernos no solamente en sus palabras, sino que en la naturaleza de quien las expresa. No Bellerive como individuo, sino como representante de Estado. ¿En qué condición habló el primer ministro Bellerive? –él habló como representante de un gobierno títere, heredero de un régimen golpista (Latortue-Boniface, 2004-2006) y consolidado mediante elecciones vigiladas en las cuales se ha excluido a alternativas, como por ejemplo, el partido Fanmi Lavalas del derrocado Jean Bertrand Aristide. Gobierno que funciona desde una obscura estación de policía mientras las ruinas del Palacio Presidencial de Puerto Príncipe son ocupadas por los US Marines, junto a aeropuertos y puertos, control de los cuales fue cedido por el gobierno capitaneado por Preval. Gobierno que no solamente cedió a los EEUU el control de las vías medulares de comunicación haitianas y que autorizó una nueva ocupación militar de ese país, sino que además, un gobierno que cedió el control de la “reconstrucción” de Haití derechamente a un grupo informal de grandes capitalistas haitianos: los Baker, los Apaid, los Mev, etc.[3] Es decir, un gobierno que ya ni siquiera tiene pretensiones de ser la “fachada” de la dominación de clase de la oligarquía makoute sino que ha entregado abiertamente a ellos y a sus patrones imperiales todas sus funciones.

Si bien rechazamos la mitología de la democracia “representativa” según la cual el pueblo es representado por boca de su gobierno, en este caso esta mitología es aún más falaz y equívoca, pues este gobierno está completamente blindado a la iniciativa o a las demandas populares. Su “representatividad” es absolutamente nula. Es muy difícil pensar, por otra parte, que el gobierno de Preval tiene autonomía de ninguna clase. Es muy difícil pensar, por tanto, que las palabras salidas de boca de este primer ministro no hayan sido otra cosa que el libreto facilitado por los “amigos de Haití”, incluido, claro está, EEUU, Francia, Canadá y sus tentáculos financieros internacionales (Club de París, FMI, Banco Mundial, etc.)

III. En fin, ¿qué se sacó en limpio de esta reunión? No mucho. EEUU, Francia y Brasil tuvieron la ocasión de limar sus asperezas, evidenciadas por la ineficiente administración de EEUU del aeropuerto de Puerto Príncipe y la prioridad que dieron a sus vuelos militares por sobre la ayuda humanitaria. En realidad, estas asperezas, aunque evidenciadas por la crisis humanitaria y la manera criminal en que EEUU retrasó ayuda de emergencia preciosa que podría haber salvado miles de vidas, reflejan las tensiones generadas entre diferentes buitres que tratan de ganar una mejor tajada de la carroña. Tras años de ocupación militar de la ONU y de consenso entre EEUU y Francia respecto al control neo-colonialista de Haití, la hegemonía declarada de EEUU ciertamente incomodó a quienes ahora se verán relegados a un rol más bien secundario. Los EEUU ahora son los que están directamente a cargo de la ocupación[4], la cual juega muy bien en las prioridades de Obama de aumentar la presencia militar en América Latina (Colombia, Plan Mérida, IV Flota)[5].

También nos quedó claro que los esfuerzos de reconstrucción de Haití se convertirán en otro gran negocio como hace un par de años lo fue la reconstrucción de Irak. De él tratarán de sacar el mejor provecho posible no solamente los “amigos” de Haití, sino los ya mencionados miembros de la oligarquía duvalierista local que coordinarán muchos de estos esfuerzos y que se encargarán de que el “nuevo Haití” se parezca lo más posible al “viejo Haití”: es decir, un enclave económicamente atrofiado, donde ellos podrán sacar jugosos dividendos del control del comercio y de la rudimentaria producción industrial de maquiladoras. El fetiche de “la inversión extranjera” que agita el primer ministro haitiano jugará como la fundamentación ideológica para esta “reconstrucción” de la miseria.

También nos quedó claro que el tema de la anulación incondicional de la deuda será relegado de la agenda de los “amigos” y de las instituciones financieras internacionales, gracias a que su títere Bellerive con su intervención les ahorró la vergüenza de reconocer abiertamente que no existe la voluntad política de hacerlo –seguramente se plantearán mecanismos de préstamos sin intereses por un tiempo ilimitado, eliminación limitada de intereses, o condicionalidad política y económica. Ahora podrán decir que si no eliminan esta deuda fraudulenta e ilegítima es porque los “amigos” en Haití les han dicho, de motu propio, que tal cosa no es prioridad. ¡Qué conveniente!

En resumen, ¿qué es lo que ofrecen los “amigos” de Haití? Más militarización, más deuda, más del “desarrollo” económico de las maquilas, nuevos barrios miseria y más marginalidad social.

Con amigos así… ¿Quién necesita enemigos?

José Antonio Gutiérrez Danton

28 de enero de 2010

Notas:

[1] “La reconstrucción de Haití tras el seísmo busca abrir el camino a su desarrollo”, AFP Noticias, 25 de Enero, 2010.
[2] Ibid.
[3] “Haiti’s elite hold nation’s future in their hands”, Tracy Wilkinson, Los Angeles Times, 21 de Enero, 2010.
[4] “Haiti earthquake, France criticises US ‘occupation’” The Telegraph, 18 de Enero, 2010
[5] “The forest behind the trees: what’s behind the US occupation of Haiti?” José Antonio Gutiérrez D., 23 de Enero, 2010. Ver http://www.anarkismo.net/article/15636

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