19 feb 2010

Contra la democratización de los movimientos sociales

Cada vez más y desde no hace mucho tiempo (aunque no es nada nuevo), vamos viendo como las luchas sociales se suavizan o mejor dicho se “democratizan”. Nosotrxs, entendemos democratizar la lucha no como un concepto de masificar la lucha, sino que lo entendemos como integración de esta lucha en el sistema imperante.
Esto significa que ninguna etapa de esta lucha puede salirse o saltarse las leyes democráticas. Es decir, no se puede practicar ningún acto o acción que no esté permitida por la santa jurisdicción democrática.
Aunque la estrategia sea innovadora, su finalidad es tan vieja como la historia de las luchas sociales, o sea producir el inmovilismo general, negando el individualismo de las masas y haciendo de ellas poses rebeldes al estilo Corte Inglés.
La estrategia de “democratizar” la lucha viene de sectores reformistas o contrarrevolucionarios, pero también de sectores supuestamente “revolucionarios”.
Estos últimos se justifican practicando la ley del número (“cuantxs más mejor”, dicen, anteponiendo cantidad a la calidad) o justificando su respuesta moderada por la capacidad invencible del estado.

LA MITIFICACIÓN DE LA “NO VIOLENCIA”.

No hace falta decir que claro que hay otra forma de entender la “lucha”, además es permitida y también entendida como la única posible. Su praxis se plasma en la forma comúnmente conocida como “desobediencia civil”. Y su aplicación varía según la cristiandad de sus activistas. Hay mucha variedad de conceptos pero todxs se mueven bajo la misma bandera “la no violencia”. Los valores de la socialdemocracia han cuajado tanto en la sociedad, que se han llegado a considerar a los valores “no violentos” como la nueva moral. Y lógicamente los movimientos sociales no se han librado de ello. Es decir, la moral democrática establece los nuevos cauces del río y esto desemboca en ir contra todo tipo de violencia, “tanto de lxs oprimidxs como de lxs opresorxs”. Según la postura “socialdemócrata”, esto es unánime cuando se refiere a la violencia ofensiva o de ataque.
Cuando la violencia es defensiva o de contraataque, parece que hay 2 posturas, lxs que la sataniza y lxs que no, según el grado “socialdemócrata” del individuo o el colectivo. Pero vuelve a haber unanimidad en cuanto llegamos a matizar la aplicación de ésta; como oprimidxs nunca debe sobrepasar en grado violento a la violencia estatal, ni igualarla. Esto se puede entender como legitimar que seamos siempre nosotrxs las víctimas y no nuestrxs opresorxs, porque siempre estaremos en inferioridad de agresividad o respuesta, si es que la damos.
En cuanto se refiere a la diferencia entre violencia “defensiva” u “ofensiva”. Eso es una farsa, no hay ninguna diferencia. El estado tiene el monopolio de la violencia y la centraliza en sus 2 aparatos, el “interior” (la represión) y el de “defensa” (la guerra).Nosotrxs como internacionalistas, entendemos que la guerra por parte de los estados a los pueblos es permanente, así como también es permanente la opresión de éstos con los individuos. Por lo tanto, nuestra violencia debe de ser de permanente defensa y debe permanecer hasta la desaparición total del estado. Y esto es lo mismo que la violencia en ataque, sin tener que esperar a aplicarla en contraataque.

LA VANGUARDIA “SOCIALDEMÓCRATA” Y SUS MÉTODOS.

Cuando los movimientos sociales hacen “asambleas” (reuniones paralelas), para planificar el futuro desarrollo de un acto o manifestación, se basan en unas pautas para que transcurra de la forma más antiviolenta posible. Estas pautas son por ejemplo:
a) Psicología de las masas.
Se entiende por ello analizar el comportamiento de los individuos dentro de las masas. Su forma de conducta según experiencias pasadas (en otros actos) y la rabia contenida por la más reciente represión. El objetivo es tranquilizar o vaciar las actitudes combativas y para ello hay varios métodos:
-Hacer una grandísima caminata antes de llegar al objetivo.
-Llevar un carruaje con disfraces, monigotes, pitos y confetis.
-Introducir música tanto con timbales como con furgonas.
b) El horario, el terreno y las capuchas.
El horario significa que para que un acto no se desenvuelva en violento hay que evitar que lo coja la noche. Es decir, que la oscuridad ayuda o puede ayudar a variar la naturaleza de un acto. El terreno escogido suelen ser calles anchas, para localizar mejor a lxs agitadorxs y también para no dar facilidades para hacer barricadas.
La persona se identifica por lo que le rodea, si ve que lxs manifestantes no van encapuchadxs ella no se encapuchará. Pero no porque no quiera, ya que hay cámaras filmando, sino porque es más fácil de ser localizadx y fichadx con la capucha que sin ella. Por lo tanto, si la gente da la cara es menos probable que haya un desarrollo violento, aunque haya provocación de las fuerzas policiales.
c) Seguridad interna en el acto.
Lo que más preocupa a las “asambleas” de control, son los grupos de individuos que actúan autónomamente dentro de las masas. Pues bien, como los métodos de psicología no sirven, hay otros métodos menos sutiles pero igual de eficaces para neutralizar a los grupos. Estos métodos van desde utilizar la coacción moral, hasta hacer de verdaderxs policías. Por ejemplo, un grupo se dispone a romper un escaparate del McDonals, al momento lxs de seguridad (que suelen ser reconocidxs por un brazalete) se lanzan hacia ellxs para que no lo hagan. A las buenas les comen la cabeza con que esto le hace el juego al poder o que va en contra de la manifestación. A las malas les llaman infiltradxs, secretas e incitan a lxs manifestantes a pegarse con ellxs. Hay algunos casos extremos en que lxs incontroladxs han sido denunciadxs, como el caso de lxs “Tutti Bianco” italianos o algunxs sindicalistas izquierdosos en el MRG
d) La mitificada “opinión pública”.
Esta es la causa principal para que lxs supuestxs “revolucionarixs” se sometan a la legalidad y utilicen la desobediencia civil como el único medio de expresar sus creencias o ideas. Esta supuesta opinión pública que hoy está con ellxs por la brutal represión policial y mañana pide más agentes de policía para terminar con la inseguridad ciudadana. Opinión pública que lxs lleva a colaborar en plataformas multicolores y multipartidistas. Donde unxs buscan el voto fácil y lxs otrxs la buena imagen legalista.

EL DELEGACIONISMO COMO FORMA DE LUCHA

La democracia es un régimen que se basa generalmente en la multi-pluralidad y es por eso mismo que todas las ideas son aceptadas aunque sean disidentes de ésta. La ventaja de aceptar las disidencias tiene una condición y esta es que las ideas nunca pueden llevarse a la práctica, o sea más allá de la propaganda escrita. Y si se quiere llevar a la práctica, debe respetar sus entrañas democráticas: mediaciones sindicales o burocráticas, el SEMAP, abogadxs, recogida de firmas, actos permisivos o legales, ocupaciones simbólicas o legales, etc… Los valores delegacionistas han llegado tanto a cuajar en las luchas, que hoy en día no hay ninguna corriente ideológica que no se haya visto contaminada por la mediación democrática. Hay que señalar que las posibilidades que da la democracia para seguir luchando sin perder tu comodidad o libertad son muchas. Por ejemplo, conseguir un local anarcosindical a base de subvenciones patrimoniales o subvenciones como entidad cultural del barrio. Por eso mismo nos vemos con la necesidad de variar el marco de visión de las luchas y enfocarlas desde otra perspectiva. Empezando por nuestras vidas, no confiando en las mediaciones sean del matiz que sean. Analizando todas las oposiciones permisivas, por muy anarquistas o autónomas que sean, como oposiciones “socialdemócratas”. Porque es muy fácil gritar UNIÓN, ACCIÓN Y AUTOGESTIÓN, pero luego la unión es la opinión pública, la acción es la acción mediada y la autogestión se queda en las gestiones democráticas.

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