Como todos los años, en torno a la mítica fecha del 18 de Julio la FL de Sevilla ha realizado sendos actos de homenaje a los compañeros que murieron durante la Guerra Civil; junto a otras organizaciones sociales, sindicales y políticas, en las localidades de Dos Hermanas y Camas respectivamente.
El pasado sábado, se celebró la anual Marcha Homenaje a los Mártires de la Libertad que parte desde la Plaza del Arenal en Dos Hermanas hasta el Cementerio de la localidad nazarena, donde está localizada la Fosa Común de todos los asesinados por el fascismo en los primeros días del Golpe Militar. Como todos los años, diversas organizaciones arroparon con su presencia al compañero José Sánchez Gutiérrez. impulsor de este sencillo pero emotivo homenaje, que iba dirigido a los trabajadores José Jiménez Guilén y Francisco Babero Jiménez.
El domingo 19 de julio, la sección sindical de CNT-AIT en el Ayuntamiento de Camas, junto a IU Camas, PSOE Camas, el Alcalde de Nerva y algunas otras asociaciones, organizaron un homenaje en la Rotonda del Barrio Chato (Camas), con motivo de la emboscada que sufrió la "Columna Minera" que llegaba de Huelva para combatir el golpe de estado de Queipo de Llano en Sevilla en el verano de 1936, en el mismo lugar en el que ahora una placa conmemorativa, instalada en 2007, recuerda aquellos hechos. Míchel, delegado de la sección sindical de CNT-AIT en el Ayuntamiento de Camas, leyó un breve escrito de homenaje a los mineros que ponemos a continuación:
COMUNICADO
El GOLPE MILITAR que un buen número de mandos del ejército originaron en Marruecos el día 17 y que se convirtió en real el 18 de julio de 1936 contra el Gobierno Republicano legalmente constituido inició una guerra que asoló España durante 3 años, dejando en la memoria pueblos desmembrados y más de un millón de muertos.
Muchas son las voces oficiales y oficialistas que han tratado de justificar aquel Golpe de Estado. Y mucho tiempo han tenido para ello. Los ganadores siempre han escrito la historia a su conveniencia. Pero de ninguna manera han podido engañarnos sobre los crímenes que cometió aquel fascismo español mediante una sistemática, fría y calculada represión y adoctrinamiento, contra hombres, mujeres y niños, que duró demasiado tiempo. Aún los más viejos no han podido olvidar el profundo miedo al castigo físico y psíquico provocado por el “dedo acusador” de los delatores del sistema y que dejó en la mayoría de los vencidos una huella imborrable. La intensa depuración ideológica que desde un principio pusieron en práctica los adeptos al régimen franquista, recibió el esmerado apoyo sin condiciones del fascismo más visceral y la ejemplarizante dedicación educativa de la iglesia más reaccionaria. Fueron 40 años de dictadura y una guerra fratricida que dejó heridas demasiado profundas…
Pero ni nuestra historia y, mucho menos, nuestra memoria acabaron sepultadas en los laureles de aquel régimen franquista o en aquella pretendida reconciliación arbitraria y artificial que supusieron, en plena transición, los Pactos de Toledo y de la Moncloa.
Hoy nos trae a este lugar parte de nuestro pasado. Un acontecimiento de aquella España negra que ha sido recuperado del olvido, devuelto a la memoria colectiva y que debe empeñarnos a seguir su rumbo, año tras año, con actos de homenaje como este.
En este paraje donde nos encontramos, antaño cruce de caminos y puerta de entrada desde Huelva, y el norte peninsular, a Sevilla, un domingo 19 de julio (igual a este) pero de 1936 sufrió una emboscada la denominada “Columna Minera”, nutrida mayoritariamente por mineros de la cuenca onubense (Nerva, Riotinto y pueblos aledaños), hombres aguerridos y acostumbrados a las luchas sociales y sindicales con los patronos y autoridades civiles, y trabajadores procedentes de otros pueblos que se iban sumando voluntariamente al paso de aquellos improvisados milicianos. Llegaban a Sevilla para intentar combatir el Golpe de Estado militar que había provocado el general Queipo de Llano junto a cientos de militares y fascista sevillanos. Aquellos trabajadores voluntariosos desprovistos inicialmente de banderas o ideologías, henchidos de ilusión, solidaridad y justicia más que de armamento, fueron traicionados por el comandante de la guardia civil, Gregorio Haro Lumbreras, que al mando de una columna militarizada (guardia civil y carabineros) llegaba con las órdenes expresas del Gobierno Republicano de servir de avanzadilla en apoyo de aquellos voluntarios onubenses que pretendían contribuir a la liberación de la capital sevillana del martirio y la sanguinaria represión de un militar dictador llamado Gonzalo Queipo de Llano y Sierra y defender así la libertad y dignidad del pueblo y la democracia, totalmente legal, de la II República. Pero este comandante Haro, al frente de sus hombres, llegó antes que la “Columna Minera” y entró en Sevilla para ponerse a las órdenes del general golpista Queipo y, a sabiendas de la poca capacidad de maniobra y reacción de aquellos primeros milicianos antifascistas que bajaban por la Cuesta del Caracol en unos 20 vehículos, con la ayuda de fuerzas golpistas sevillanas reprimieron duramente a los mineros en este lugar mantando en el acto a unos 25, de los cuales pudieron ser identificados 9 cuerpos, dejando 3 heridos muy graves, que morirían 2 días después, y capturando a unos 70 de los improvisados milicianos onubenses a los que se les fusiló en distintos lugares de Sevilla el 31 de agosto de 1936.
Siempre se ha dicho que un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla. Es a esa historia, patrimonio de nuestro pasado, a la que debemos darle el valor que merece porque es ella sola la que enfrenta nuestro futuro con la misma decisión de justicia y libertad que imperaba en los corazones de aquellos que defendieron decididamente, unos con su vida y otros con su derrota, los valores democráticos, la libertad y la justicia para todos. Ahora nuestro deber pasa por no olvidar aquella parte de nuestra historia, sencillamente, para no volver a repetirla.
Sirva este homenaje a la memoria de aquellas víctimas del terror fascista de la “Columna Minera”. Un sentido homenaje a aquellos onubenses que llegaban en solidaridad con los trabajadores sevillanos para combatir a los que pretendían liquidar, con un duro golpe y un peor castigo, la democracia, la libertad y la dignidad de todo un pueblo y que cayeron víctimas de una traición… de una traición pertrechada por el fascismo intolerante. Ellos murieron por defender esos altos valores. Ahora nos toca a nosotros defender su memoria por siempre.
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