- “En estos momentos mi corazón palpita más
Fuerte, porque tengo la consciencia que el existe”
Bernardo Soares (Fernando Pessoa)
Mi odisea continúa...
Fue el 18 de diciembre, jueves por la tarde, cuando mi gente y yo nos dirigíamos desde la calle Akadimias hacía el centro. El paisaje estaba habitual, como todos los últimos días: un lugar que parecía bombardeado, con gases lacrimógenos en el aire que revelaban el hecho de que aquí había enfrentamientos - un fenómeno frecuente después del asesinato de quinceañero Alexis Grigoropoulos.
Cuando íbamos avanzado, las fuerzas de MAT (antidisturbios) aparecieron frente a nosotros y se lanzaron a cazar la gente que se encontraba en calle Akadimias. La gente corría por todas partes. Alguien me empujó con fuerza, me caí y entonces empezó la fiesta. Los antidisturbios empezaron a insultarme de manera ofensiva y sexista, me pegaron, algún amigo me estaba gritando. Luego me agarraron, se pusieron en círculo, me insultaron y me registraron. Alguien pilló la pequeña mochila que tenía y empezó a revisarla diciendo “No tienes que tener miedo, no te vamos a meter nada dentro”. No había nada más dentro que mis cosas personales. Me tiraron sobre una banca, estiraron boca abajo, esposaron, metieron en una lechera y luego trajeron a la comisaría central.
Allí me dijeron que tiraba piedras. Sin embargo, con el paso del tiempo, las cosas se fueron empeorando. Los cargos iban aumentando y llegaron a delitos graves, aparte de menores. Las piedras se convirtieron en el molotov. No hubo nada que podría implicarme en esto. Por lo que parece, tampoco les importaba.
“¡Vamos!” - a los juzgados. Allí, como no tenían pruebas, se las inventaron. Los policías que me detuvieron, cambiaron sus declaraciones y testificaban que durante 3 horas les tiraba molotovs. Claro: con mi cara descubierta, manos limpios, ojos limpios y sin ninguna mancha sobre mi ropa. El día 22 me informaron que se decidió mi ingreso en cárcel preventiva. Un día después me trasladaron a cárcel de Koridallos.
Aquí me encuentro hasta ahora, 2 meses después de mi detención. Y nada se está moviendo. Los días pasan y yo aquí esperando, preso de inmovilidad, preso de una absurda y asfixiante burocracia y quizás también preso de una indiferencia vengativa.
No he decaído durante todo eso periodo. Me mantuvieron y me mantienen firme la gente que están a mi lado apoyándome: los amigos, los conocidos pero también los desconocidos, como sucedió ayer. Me mantiene firme la solidaridad de la gente que conozco y desconocidos. No me caigo para que se alegran. Para su alegría me mantendré firme. Porque todo ese incidente refuerza mi deseo por una sociedad justa, mi pasión por la libertad, mi obstinación de permanecer de pie. Y así me mantendré.
Puede ser que me pillaran al azar y que no tengo nada que ver con las cosas que me acusan. Sin embargo, enfrente de un pasotismo generalizado, lo de “tomar la posición”, lo de no encerrarse en si mismo, lo de salir de su situación individual forman parte de una postura responsable de una persona concienciada.
Yo mismo pertenezco a esta parte de la sociedad que quiere salir de la apatía, que quiere de verdad empezar - a través de la democracia directa- de decidir sobre nuestras propias vidas.
Thodoris Iliopoulo
cárcel de Koridallos
No hay comentarios:
Publicar un comentario