13 ene 2010

Los “beneficios” de los cursos para parados

Los “beneficios” de los cursos para parados

Los planes de formación para desempleados reportan ingresos a empresas y centros privados, y el Gobierno los usa para rebajar las cifras del paro. No obstante, los beneficios a los propios desempleados no son tan evidentes.

Sentados en torno a la mesa, los miembros de la asamblea inscritos en cursos para desempleados expresan una opinión unánime: “Los cursos no sirven para nada”.

Pablo lleva toda su vida laboral trabajando en la construcción. Desde hace varios años es gruista. “Ahora me quieren hacer ir a un curso de albañil, pero la grúa está mejor pagada y la categoría laboral es más alta. ¿En qué me va a beneficiar ese curso?”. Paco dice que lo que más le molesta son las declaraciones oficiales: “Se transmite el mensaje de que quien está en paro es un perdedor, porque las personas emprendedoras se forman y montan una empresa. Por supuesto esto es totalmente falso, pero como se repite por todas partes, termina influyendo en la idea que tiene la gente del paro y los propios parados de sí mismos. Parece que la culpa fuera nuestra, porque no somos lo bastante competitivos, pero hace dos años eso no era un problema. Había trabajo para todo el mundo”. Óscar remata la conversación: “Con los cursos nos tienen entretenidos, esperando a ver si la cosa se arregla”.

Un lucrativo negocio

Más allá de la escasa utilidad de algunos cursos, lo cierto es que la compleja estructura que se ha organizado en torno a la formación para el empleo tiene un papel clave en los mecanismos sociolaborales del Estado español. Para unos, centros y empresas privadas, representa un lucrativo negocio. Para otros, como los sindicatos mayoritarios, es una fuente de financiación sin la cual sus burocracias no podrían existir. Y finalmente, para el Gobierno, es la manera más fácil de maquillar las elevadas cifras del paro.

Imagen artículo en Diagonal
SUBVENCIONES. Los Salesianos de Atocha, en Madrid, han recibido 1.600.000 euros de los fondos para formación. Olmo Calvo

No sale barato, sin embargo. El sistema de financiación de la formación para desempleados es complejo, ya que se nutre de muchas fuentes. Dejando aparte las iniciativas organizadas por ayuntamientos, cabildos, entidades de carácter benéfico, etc., el Gobierno central transfiere una cantidad anual a las comunidades autónomas para cursos de formación y programas de inserción laboral. En 2009 este monto ascendió a más de 2.800 millones de euros, según datos publicados por la Confederación Española de Empresas de Formación (Cecap), la patronal de los centros de enseñanza y formación. A esta cantidad hay que añadir lo que otras entidades, que también reciben sus fondos del Gobierno central, como la Fundación Tripartita, destinan a este fin, cifra que se calcula puede haber llegado hasta los mil millones en el último año. De hecho, se ha gastado tanto dinero que el ministro Celestino Corbacho dio la bienvenida a los planes de la Comisión Europea de adelantar otros 2.000 millones de los fondos de cohesión para reforzar las cuentas del plan de formación.

El reparto de la tarta

Una vez que se ha distribuido el dinero, se gasta a discreción de las comunidades, lo que ha causado tensiones, ya que todos quieren participar en el reparto. Así por ejemplo, se llegó al caso de que la patronal de empresas de enseñanza de Extremadura convocara una movilización en julio para protestar por lo que consideraban era una excesiva participación de los sindicatos en este presupuesto, en detrimento de sus asociados. Por el contrario, en la Comunidad Autónoma de Madrid son las empresas privadas y la Iglesia los más beneficiados. Por ejemplo, cuatro centros salesianos de la comunidad han recibido casi cinco millones y medio de euros de una de las partidas para formación de 2009, cantidad superior a la suma de lo recibido por UGT, FIES, CSI-CSIF y la Universidad Politécnica, y eso sin contar con las demás congregaciones religiosas de la Comunidad de Madrid. A pesar de este gasto, se estima que la mayor parte de las personas desempleadas no reciben formación alguna. Según un estudio de Ceprede, organismo dependiente de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (AGETT), menos de un 16% de las personas desempleadas habían recibido algún tipo de formación hasta la fecha de publicación del informe.

Existen razones que animan al Gobierno a destinar cantidades cada vez mayores a la formación de personas desempleadas. La más obvia se refiere al truco que consigue que quienes están recibiendo un curso no aparezcan en las cifras de paro que maneja el Ministerio de Trabajo. Desde febrero de 2008 estas personas, junto con otras categorías, como los jóvenes que buscan su primer empleo, se denominan en la jerga oficial Demandantes de Empleo No Ocupados (DENOS), y no se contabilizan como parados. Esta es la principal razón de que haya un importante desfase entre las cifras del Ministerio de Trabajo y las del Instituto Nacional de Estadística (INE), que no hace estas distinciones. En su última Encuesta de Población Activa, para el tercer trimestre de 2009, el INE da la cifra de 4.123.300 parados, mientras que las cifras de Trabajo contemplan que en diciembre hubo 3.800.000 personas sin empleo.

"Nos tienen entretenidos"

Si bien la diferencia no es atribuible en su totalidad a los desempleados en cursos, sí representan una buena proporción de ésta. La cantidad que los sindicatos mayoritarios reciben del Gobierno para la realización de cursos ha ido en aumento, hasta llegar a ser la parte más importante de sus ingresos. Así, en el último congreso confederal de CC OO, en 2008, se informaba que se había ingresado, en concepto de cotizaciones, una media de 13 millones de euros por año frente a los más de 83 millones ingresados por formación sectorializada en 2009, a la que habría que añadir ingresos similares. Y eso sin contar los ingresos de las fundaciones creadas para gestionar la formación. No es de extrañar, por tanto, que el secretario general de CC OO, Fernández Toxo, haya pedido que la participación en cursos sea condición obligatoria para cobrar la prestación por desempleo.

A la luz de estos datos, las palabras de Óscar cobran un nuevo significado. “Creo que tienen miedo a que los parados nos cabreemos y la montemos. Por eso nos tienen entretenidos, con la esperanza de recibir alguna ayuda, o que después de hacer a un curso las cosas vayan a ir mejor”. Puede ser, pero mientras tanto no falta quien ha encontrado la manera de sacarle partido al problema del paro.

Asamblea de Parados de Madrid

EMPRESAS QUE CIERRAN EL CÍRCULO DE GANANCIAS

En muchos casos la formación no mejora sustancialmente las oportunidades de inserción laboral. Excepto, claro, en los casos en que el curso es impartido por las mismas empresas que luego van a contratar a la persona, o por sus fundaciones o instituciones sin ánimo de lucro asociadas. Empresas de Trabajo Temporal (ETT) como Randsatd, Grupo Norte o Adecco, disponen de fundaciones creadas para recibir subvenciones por impartir estos cursos, y luego reciben los fondos que se otorgan por la contratación de parados de larga duración. Aparte, por supuesto, del pago por sus servicios. De esta forma se consigue un rendimiento económico óptimo de la persona desempleada. Tan habitual es esta práctica que incluso se ha llegado a colar en los debates de algún parlamento autonómico, como fue el caso de Asturias en octubre de 2008. La empresa de trabajo temporal Adecco, que es, a su vez, la impulsora de la Fundación Altedia Creade, ingresaba 2.205 euros por cada trabajador que recoloca y 1.047 en el caso de que no lo consiguiera, según denunció un diputado del PP. “Formación, formación, formación” es la fórmula que propuso Salvador del Rey, del área laboral de Cuatrecasas, despacho impulsor del concepto de la “flexiseguridad” en el Estado español. Lo recetó durante la presentación del primer indicador de flexiseguridad laboral en junio, un informe presentado al alimón por Ceprede y AGETT. Esta asociación ha reclamado recurrentemente al Gobierno la cesión de las políticas de empleo a empresas privadas especializadas tanto en recolocación como formación, algo que convierte en norma la rotación laboral y que avanza en el proceso de desregulación de las relaciones laborales.

LOS DATOS DE UN NEGOCIO REDONDO

3.800.000 parados según las cifras oficiales del Ministerio de Trabajo. Para el Instituto Nacional de Estadística hay 300.000 desempleados más.

2.696 millones de euros se destinarán en 2010 para programas de formación continua.

15,7% de las personas desempleadas recibe algún tipo de formación, una reducción del 7% con respecto a 2006.

6% de los contenidos de un curso típico son relevantes para la vida laboral.

7.796 millones de euros para políticas activas de empleo están presupuestados por el Gobierno para 2010

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