Un tribunal alemán sumó hoy nuevos cargos por asesinato de combatientes de la resistencia holandesa al criminal nazi Heinrich Boere, ex miembro de un escuadrón de la muerte de las fuerzas especiales (SS), durante la ocupación hitleriana. Buscado desde hace décadas entre los 10 criminales de guerra, Boere enfrenta desde octubre pasado un juicio en la ciudad de Aquisgrán, en Renania del Norte-Westfalia, por la muerte de tres luchadores Antifascistas en Holanda, ocurrida entre julio y septiembre de 1944.
Nuevas evidencias reveladas en la investigación lo implican en el asesinato de otros siete combatientes Antifascistas, a quienes espió y delató.
Boere, de 88 años, figuró hasta su hallazgo en 2000 en la localidad natal Eschweiler, cercana a Aquisgrán, en la lista de criminales de la II Guerra Mundial del Centro Simón Wiesenthal, junto al ex guardia de las SS John Demjanjuk.
La Oficina central sobre los Crímenes del Nazismo en Alemania abrió el caso hace nueve años y en 2008 la corte de Aquisgrán dio luz verde al fiscal Ulrich Mass para iniciar el sumario. El juicio comenzó el 28 de octubre último.
Boere integró como espía un comando de las SS y se infiltró en las filas de la resistencia holandesa como un falso perseguido de los nazis.
Un juicio por rebeldía en Ámsterdam lo condenó en 1949 a la pena de muerte, sustituida luego por una cadena perpetua que no llegó a cumplir. La justicia holandesa había reclamado su extradición en la década de los años 80 del pasado siglo.
Logró huir de un campo de prisioneros en 1947 y se mantuvo oculto en los Países Bajos durante siete años. Regresó a su ciudad natal en 1954, donde vivió hasta hace poco sin ocultar su verdadera identidad.
El tardío proceso contra Boere es muestra de la lenta labor de la justicia alemana.
Los fiscales alemanes están recomponiendo hoy las piezas que abandonaron otros países, como Holanda, EE.UU o Israel, en un intento de reparar la responsabilidad histórica de Alemania por los crímenes de lesa humanidad.
Nuevas evidencias reveladas en la investigación lo implican en el asesinato de otros siete combatientes Antifascistas, a quienes espió y delató.
Boere, de 88 años, figuró hasta su hallazgo en 2000 en la localidad natal Eschweiler, cercana a Aquisgrán, en la lista de criminales de la II Guerra Mundial del Centro Simón Wiesenthal, junto al ex guardia de las SS John Demjanjuk.
La Oficina central sobre los Crímenes del Nazismo en Alemania abrió el caso hace nueve años y en 2008 la corte de Aquisgrán dio luz verde al fiscal Ulrich Mass para iniciar el sumario. El juicio comenzó el 28 de octubre último.
Boere integró como espía un comando de las SS y se infiltró en las filas de la resistencia holandesa como un falso perseguido de los nazis.
Un juicio por rebeldía en Ámsterdam lo condenó en 1949 a la pena de muerte, sustituida luego por una cadena perpetua que no llegó a cumplir. La justicia holandesa había reclamado su extradición en la década de los años 80 del pasado siglo.
Logró huir de un campo de prisioneros en 1947 y se mantuvo oculto en los Países Bajos durante siete años. Regresó a su ciudad natal en 1954, donde vivió hasta hace poco sin ocultar su verdadera identidad.
El tardío proceso contra Boere es muestra de la lenta labor de la justicia alemana.
Los fiscales alemanes están recomponiendo hoy las piezas que abandonaron otros países, como Holanda, EE.UU o Israel, en un intento de reparar la responsabilidad histórica de Alemania por los crímenes de lesa humanidad.
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