Felicidades Mario. Que nadie te diga nunca que dejaste de luchar.
Con pancartas como esta, abrazos y muchos gritos de ánimo, más de 150 personas han recibido esta mañana a los compañeros que habían sido detenidos durante la defensa antifascista de Vallecas en la tarde del sábado.
A las puertas de los juzgados de Plaza de Castilla el calor de la solidaridad compensaba las dos noches pasadas en los calabozos del sistema. Ahora toca organizar y extender esa solidaridad para hacer frente a lo que haya de venir en los juicios.
Quizás, muchos de los que en su momento nos sentimos apenados al conocer que 25 compañeros habían sido detenidos, deberíamos cambiar nuestra lacrimógena actitud. Tras leer esa pancarta, un golpe de lucidez me hizo estremecer. Ya no era pena lo que sentía, era admiración, y hasta un punto de envidia. Al fin y al cabo, en estos tiempos, quienes aún no hayamos probado las mazmorras capitalistas es o porque somos extremadamente hábiles o más bien porque todavía no hemos luchado lo suficiente. Parafraseando a Thoreau: bajo un sistema injusto, el lugar de los hombres justos es la cárcel.
Y aún sabiendo el tremendo marrón que supone ser detenido y acusado de cualquier cosa por los mercenarios del poder, aún sabiendo que ahora se abre un proceso de abogados, informes, firmas periódicas en el juzgado y juicios injustos, aún así, ¿debemos sentir pena por ellos? No. Debemos ser conscientes de que para la mayoría de mujeres y hombres con las que compartimos barricada y espacios de lucha, no combatir sería un destino mucho peor que la cárcel. Esos 25 compañeros salieron el sábado de sus casas para combatir.
Y ahora nos toca a los demás seguir estando a su altura, luchando aún con más contundencia a su lado, aprendiendo de aciertos y errores colectivos y estructurando una eficaz red solidaria.
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