El Mundo
EL INSPECTOR JEFE López Otero demuestra algo que los sindicatos han denunciado históricamente: en las comisarías españolas se ignoran delitos para cumplir los objetivos, recibir sobresueldos y contribuir a una falsa sensación de seguridad ciudadana. Así consigue Interior «olvidar» un 76% de los asesinatos que investiga la Fiscalía. Para probarlo, López Otero tuvo que «robar» documentos y grabar ilegalmente a sus superiores jugándose el puesto JOSEFA PAREDES ANIBAL MALVARASUNTOS INTERNOS. Juan Manuel López Otero, 50 años y 29 ejerciendo como policía, frente a la comisaría de Santiago, en cuyo gabinete estadístico trabajaba. Ahora sabe que no volverá. FERNANDO BLANCO
A vuestro primo lo van a crujir». En argot policial, crujir: acabar con alguien, en sentido figurado o literal. El comisario va pasando las fotocopias con una sonrisa irónica en la boca y otra asombrada en los ojos. «Joder. ¿Y este tío ha tenido los cojones de daros esto?». Se trata de partes de denuncia -presuntamente- falsificados por la propia policía, con anotaciones manuscritas de los responsables de una comisaría urbana pequeña, lluviosa y tranquila. También hay transcripciones de grabaciones ilegales.
-¿Grababa a los jefes sin que ellos lo supieran?
-Eso parece, ¿no?
-Lo van a crujir -insiste.
Desde hace muchos años, los sindicatos policiales vienen denunciando la sistemática manipulación de los datos estadísticos sobre delincuencia que salen de las comisarías y acaban alimentando los triunfalistas balances que los sucesivos ministros de Interior airean anualmente para tranquilidad de la ciudadanía. Del electorado. Esta práctica fraudulenta, matizan, se exacerba cuando España huele a urna.Pero nunca hay pruebas.
Para que las haya, un policía ha de traicionar a sus propios compañeros y superiores. Robar papeles. Arriesgarse a afrontar un proceso legal por infidelidad en la custodia de documentos y, si no consigue apoyos testificales entre los compañeros, denuncia falsa.
Eso es exactamente a lo que se enfrenta Juan Manuel López Otero, 50 años, inspector jefe de la comisaría de Santiago de Compostela adscrito al departamento de estadística. Y, según el comisario madrileño que interpretó los documentos robados para CRONICA, y que prefiere permanecer en el anonimato, la razón por la que «le van a crujir». Difícilmente se admitirán como pruebas unas grabaciones realizadas sin consentimiento, por ejemplo, de su entonces comisario jefe, Felisindo Plaza:
JM.- Vamos al contencioso, si quiere. Y ahí lo aclaramos todo.
FP.- ¡Pero qué contencioso ni qué hostias! Esto son trapos sucios y se lavan en esta casa.
Pero los «trapos sucios» a los que aludía Felisindo Plaza en esta grabación ilegal emergen del propio choque de mareas estadísticas.En 2001, mientras el Ministerio del Interior reconocía 1.976.405 delitos y faltas, la Fiscalía General del Estado abría 4.737.173 causas penales. Es decir, los juzgados españoles tramitaron ese año un 239,7% de denuncias más que las reconocidas en las autocomplacientes estadísticas presentadas por el Gobierno español.
José Miguel Ayllón Camacho, abogado penalista y presidente de la Asociación Nacional de Víctimas de Delitos Violentos (ANVDV), recuerda que en el salón de este baile de estadísticas danzan nada menos que 1.000 muertos anuales: si Interior reconoció 1.294 homicidios en 2002, la Fiscalía General del Estado investigó 2.289 muertes en el mismo año. Un 76% de los cadáveres se quedó, por tanto, flotando en el limbo estadístico.
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