12 oct 2010

[Xixón] Domino's Pizza: La tienda de los sapos

En la tienda Domino's Pizza de Gijón había una vez un fabuloso trabajo. En ella, sus trabajadores ganaban muchísimo muchísimo dinero por vender pizzas que sabían requete requete bien. Todo era como un cuento de hadas, incluso el conjuro: Cada trabajador que entraba por la puerta, besaba a la reina y se convertía en sapo.

La tienda de Domino's Pizza era gobernada por la mega famosa reina Sarpía, un sapo que no paraba de croar. Cuando se encariñaba con uno de sus sapitos, Sarpía exclamaba maravillas sobre él: "¡Qué croag (aplicado) es mi sapo X!"; al minuto: "¡Qué croag (estupendo) es mi nuevo sapo!"; al rato: "¡Croag, si yo no estuviera felizmente casada...!". Cualquier ser humano se croag-moriría de asco, excepto los batracios de la reina: "¡Qué croag (cariñosa) jefa tenemos!". La tienda de Domino's Pizza era una melódica y sapestosa orquestación.


Una noche, Alejandro y Sandra escaparon del beso de Sarpía:

-¡No somos sapos! -le dijeron a la reina.

-¡Croag, me salieron rana! -gritó Su Sapestad.

Alejandro era encargado en la tienda. Sarpía le hacía trabajar hasta altas horas de la noche y, a la mañana siguiente, buzonear la bienoliente propaganda de Domino's Pizza. A Alejandro le crecieron ojeras y le menguaron kilos: no le seducían las calentitas pizzas batracias.

Sandra atendía al teléfono los pedidos de los clientes. Un buen día, la reina le mandó: "¡A estirar masas, ranita; volverás a ser un sapo!". Todos los días Sarpía se plantaba detrás de Sandra y le decía cosas como: "¡Es que ni para estirar vale la rana ésta!". Los demás sapos movían de arriba a abajo sus papadas.

Sandra y Alejandro buscaron ayuda en la CNT, que reclamó a la empresa que respetara el convenio y a las personas. Sarpía lo zanjó con un: "lo siento, los sapos no tenemos orejas". Entonces, la CNT empapeló la ciudad con carteles sobre esta historia de sapos y de personas.

A Sandra la despidieron y a Alejandro lo sapo-acosaron más. Utilizaron con él la horrible técnica de la CIA, pero qué sabrá la CIA de heavy-metal para prisioneros: la mayor locura es una heavy de sapos a cuyas cuerdas y voz se halla Sarpía, la reina del sapo-metal.

Hasta el día de hoy, perdura la guerra del cartel y del metal entre sapos y personas. ¿Quién vencerá? Os mantendremos informados. Mientras tanto, la CNT recomienda no consumir pizza de sapo.

http://gijon.cnt.es

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