20 oct 2009

Puntualizaciones desde dentro a los especialistas de artículos doctrinarios sobre la cárcel

No sé si habréis leído el artículo publicado por El País titulado “Muchos presos para tan pocos delitos” Sobre el tema que se trata en dicho artículo me gustaría hacer algunas puntualizaciones basadas en mi experiencia como presidiario.

Comienza dicho artículo con la vieja cantinela que ya nos conocemos al dedillo, los que por desgracia padecemos la problemática del encarcelamiento. Se dice “que la percepción que tiene la ciudadanía” sobre el aparato judicial-punitivo es que “entramos por una puerta y salimos por otra”. Qué buenos son “nuestros” jueces. Por eso la tasa de encarcelamiento en el estado español es la más alta de toda la unión europea, y no sólo eso, si no que las penas son las más prolongadas en cuanto al tiempo de duración después de EE. UU. (hablamos de los países occidentales). La verdad, señores creadores de la opinión pública, es que entramos por una puerta y tenemos muchísima suerte si conseguimos salir vivos. Todo lo demás es desinformar.

En el mencionado artículo, dice Dª Mercedes Gallizo –como tantos de sus antecesores que la precedieron en el cargo como directora general de las prisiones del estado- “Que las prisiones españolas están llenas de pobres, enfermos y drogadictos, que suman más del 70%”. Sra. Gallizo las calles también están llenas de pobres, drogadictos y enfermos y son un 80% de la población mundial, pero no por ello los ciudadanos pobres saltan los muros de las prisiones para que (hablando del estado español) la institución aniquiladora, de la cual usted es representante, les dispense la “acción asistencial” a la que usted alude en dicho artículo., haciendo un alarde de hipocresía y tergiversando la realidad, como ya es habitual en su línea discursiva. Sra. Gallizo su discurso no es sólo degenerado, tratando de justificar lo que ya no se sostiene ni con pinzas, si no que encierra en su análisis toda la moral de las clases dominantes y los valores que profesan. Históricamente y como usted bien sabe, la cárcel ni reinserta ni resocializa ni nada: La Cárcel (y aún más en este estado) MATA, ENFERMA Y DESTRUYE y en el mejor de los casos, como experiencia humana es envilecedora y degrada a TODOS los que la padecen.

No quiero seguir aburriéndola con mis percepciones de lo que es la prisión, tan solo a que ponga en práctica un “quantum” de su humanitarismo de periódico, ya que tanto el sr. Rubalcaba como usted misma son los máximos mandatarios políticos de esta situación e institución, y por lo tanto, en lo que les atañe, los máximos responsables de la misma.

Siguiendo con el artículo y en alusión a los especialistas que se dan cita en el mismo…

A los señores pedagogos de la ciencia de matar y castigar (Sr. José Díez Ripollés y sus numerosas carreras académicas):
Acaba diciendo usted “que lo que ocurre en España, no es que los jueces metan más gente en la cárcel…” ¿Entonces? ¿Para qué están hechas dichas cárceles (y las que vienen)? Su tendenciosidad le delata, como buen instructor de jueces y policías. Los jueces son piezas claves, y muy activos, en el proceso aniquilador de los encarcelados, históricamente siempre lo fueron. Hay que tener en cuenta los presupuestos ideológicos desde los que parte la estructura judicial española (sin mencionar su “pasado” inquisitorial, esto es, asesino), tratan hacernos creer que su metafísica del asesinato en masa no es cosa de ellos, pero mediante dicha metafísica llevada a la más degenerada exageración práctica nos quieren hacer pensar que la eliminación física-psíquica de los no aptos para el Estado es un bien menor, por lo tanto, su actuación es aplicar y defender los intereses de la casta privilegiada y por lo tanto están involucrados de lleno, con nombres y apellidos, en esta práctica industrial del asesinato institucionalizado: defienden sus intereses de clase, de parásitos.

A los Sres. Jueces de “corte progresista”: ‘no nos contéis más cuentos pues ya nos sabemos todos los cuentos’; habéis tenido, tan solo en la “etapa democrática”, 35 años para hacer algo al respecto desde todos los ámbitos y estamentos.

Sres. gángsteres de la política; se habla del código penal de la democracia, impulsado por el ministro Juan Alberto Belloch (PSOE) y que salió adelante con el apoyo de la ultraderecha española, que no dudó ni un segundo en eliminar un precepto franquista… Pero, ¿Qué nos estáis contando?…

Por no seguir extendiéndome en este manuscrito, un mensaje para el “pueblo”, para el ‘buen pueblo’ que pide más prisión para nosotros (sin ser violadores, pederastas, asesinos de mujeres, políticos corruptos). Nosotros/yo soy un ladrón de base popular, como muchos de mis compañeros, si alguna vez fuimos algo. (Por la dignificación y el resurgimiento del “ilegalismo popular”). Sólo quiero deciros, a todos los que piensan que la solución final es la solución a vuestros miedos, a los que piensan que la cárcel es una garantía segura contra la implosión del desorden, a todos estos intervinientes en dicho artículo partidarios, al fin y al cabo, en dichas tesis, operadores necesarios en la perpetuación del crimen estatal con tal de seguir preservando sus derechos de clase dominante, de elite… No sólo sois hipócritas y asesinos, si no que habéis aprendido a convivir con la muerte ajena, y no sólo eso, participáis por colaboración indiferente del gran negocio del Poder del Estado: Matar y Castigar, aparte del negocio económico que también gestionáis. No me queda más por decir de este artículo y sus intervinientes-especialistas. Una entelequia más, un claro ejemplo de la clase de tipos por los cuales os dejáis gobernar: Propaganda para enmascarar sus crímenes.

Después de todo esto, alguien se preguntará, y éste qué aporta. Lógico.

Yo tengo pocas soluciones y todas ideales (de momento).
¡Vaciad las cárceles, destruirlas!... y dejad que entre la luz. Dejad de martirizarnos con vuestras abstracciones morales y doctrinarias sobre la función asesina del encarcelamiento, con vuestros globos sondas, con vuestras opiniones humanistas,...No queremos ni tener conciencia de vuestros conocimientos dogmáticos en todas las materias que ensuciáis con vuestra lengua cobarde. No queremos más filosofías pragmáticas aplacadoras y reconciliadoras, que ‘hermanan’ al verdugo con la víctima, al violador con la mujer abusada, al policía corrupto con el juez y al juez con el preso. No nos gusta la mezcolanza, ¡y menos contra natura!

Nosotros, hoy en día, no somos ningún peligro social para vuestra podrida, enferma, decadente y deshumanizada sociedad. Somos la guerra permanente contra la misma. Nos habéis convertido en vuestro chivo expiatorio y a costa de nosotros ocultáis vuestra enfermedad genocida, hacéis oídos sordos a nuestra muerte y nos lanzáis al ‘pueblo’ como si fuéramos culpables y causantes de sus miserables existencias, nos inmoláis con indiferencia para perpetuaros en el poder.

Nosotros os decimos, a la clase de los asesinos, verdugos y torturadores, jueces y políticos y empresarios: No creemos en ninguno de sus derechos. No creemos en vuestras recetas fracasadas, nos dan lo mismo vuestras soluciones científicas.

Tan solo queremos escupiros nuestro desprecio despectivo y alegre, manifestaros nuestro odio desarmado, nuestra sed de venganza y destrucción de todas vuestras ideologías escatológicas, que sólo explican la ciencia de la dominación, la muerte y la esclavitud.

Ahora mismo estamos en una etapa histórica, de la guerra permanente que se entabla entre los que tienen todo y los que tienen nada. Pero no siempre será así. Evolucionad doctrinarios de todos los privilegios que pretendéis detentar siempre. Tendremos paciencia con vosotros, os haremos que Digáis y Veáis, os obligaremos que comprendáis. Nos da igual.
Pero para aquéllos que pretenden matar la vida humana en la celda de cualquier cárcel y encima tratan de hacernos creer que es por el ‘bien común’, ‘razón de estado’ o cualquier otra masturbación mental de tipo ideológico… aquí estamos para morir y no nos vais a silenciar.

Si queremos modificar radicalmente el estado de las cosas a nivel mundial, tendremos inexorablemente que destruirlo, ya que no hay otro camino. Quizá nuestra incoherencia colectiva es el mayor lastre que nos impide actuar, pero eludir esta cuestión es ser cómplice del conglomerado estatal-mundial, del negocio de matar en masa.

No sé a qué estamos esperando.

Por la Libertad, la Amistad, por los Seres que habitan este planeta…
Guerra a los asesinos; sin piedad. Pues es una cuestión de supervivencia,

Juan Carlos Rico Rodríguez, desde las cloacas del estado.

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