8 oct 2009

El viaje rebelde de una minoría proletaria durante un breve periodo de tiempo

Desde mediados de la década de los 70 se ha dado en todo el mundo una crisis permanente en la reproducción de las relaciones capitalistas en todas sus formas (política, económica e ideológica). Tal como lo entendemos, esta crisis tiene dos aspectos: es una crisis de sobreacumulación de capital, es decir, de incapacidad, por parte de los capitalistas, de incrementar la tasa de explotación y reducir el coste del capital constante para así aumentar la tasa de beneficios exigida por una acumulación de capital creciente; al mismo tiempo, es una crisis de legitimidad, es decir, una crisis de las formas políticas e ideológicas que garantizaban la disciplina de la fuerza de trabajo. Podríamos hablar de la incapacidad del capital y su estado de proponer un nuevo modelo productivo/social global que reemplazaría al acuerdo keynesiano de posguerra, golpeado duramente por las luchas del proletariado planetario y las políticas capitalistas contra él.

Durante esta larga crisis de reproducción se han dado periodos de depresión cíclicos. El capital en general ha intentado lidiar con ellos de varios modos: cambiando el esquema global institucional y legal y el movimiento de capitales y “liberalizando” los mercados, promoviendo a través de la guerra una mezcla de neoliberalismo y keynesianismo, disminuyendo los salarios e institucionalizando la precarización del trabajo, llevando a cabo nuevos cercados, poniendo a las “clases peligrosas” bajo supervisión penal e/o integrándolas en el sistema crediticio a través de una política de “keynesianismo privatizado”.

A pesar de las recuperaciones temporales, el fracaso final de todas las estrategias y tácticas descritas arriba, destinadas a postergar el agravamiento de la crisis, ha convertido en el largo plazo esta crisis de reproducción en una crisis histórica, como muchos defienden.

Las pasadas dos décadas, el capital y su estado han intentado superar la crisis de reproducción en Grecia a base de sucesivas reformas de la educación y el sistema de bienestar, promoviendo la precarización de las relaciones laborales, con continuos intentos legales de disciplinar a los inmigrantes y controlar los flujos de inmigración, reduciendo las prestaciones sociales, los salarios y subsidios y sustituyéndolos por préstamos bancarios. Todas estas medidas dirigidas a la devaluación, el disciplinamiento y la división de la clase obrera y a que los trabajadores paguen el coste de reproducción de su fuerza de trabajo no han conseguido que el capital saque provecho de la crisis –a pesar de que entre mediados de los noventa y la primera década del siglo XXI, haya conseguido aumentar la tasa de explotación y expandir su rentabilidad.

En Grecia la crisis de reproducción se ha manifestado más explícitamente como una crisis de legitimidad de las relaciones capitalistas, ya sea mediante la crisis permanente de la educación los pasados 30 años (consultar nuestro texto acerca de la huelga de los profesores de educación primaria en 2006 y el movimiento estudiantil en 2006-07) o, mucho más, a través de la revuelta de diciembre. La revuelta fue una expresión clara de la rabia proletaria contra una vida que está siendo cada vez más devaluada, vigilada y alienada. Sin embargo, la crisis de diciembre no puede conectarse directamente con la reciente depresión que comenzó a manifestarse en Grecia en septiembre de 2008.

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