En la actualidad Bolivia no cuenta con un “movimiento” anarquista, y ojala que esto se mantenga así, dado que muchas veces los “movimientos” terminan en la centralización y el autoritarismo.
DOS
Por mucho tiempo el diverso campo de la rebelión se ha mantenido signado por una suerte de estadocentrismo, es decir que casi todos, tanto quienes desean “tomar el poder” como quienes no quieren hacerlo, piensan su estrategia en base al Estado, unos para "supuestamente" destruirlo, y otros para “tomarlo”. En cualquier caso la obsesión estatal es evidente y esto, creemos, desgasta toda posibilidad interesante de reflexión y acción. Proponemos pensar e ir más allá del Estado. Resumiendo: el Estado debería valernos verga por una razón muy sencilla: no es omnipresente ni omnipotente. En muchas regiones el Estado es débil o aún inexistente, aunque esto pretende ser cambiado por el gobierno de Evo Morales. Como fuere, es claro que soñar o tener pesadillas con el Estado resulta desgastante, inútil y aburrido.
Debido a ello profesamos el goce de la vida cotidiana y la praxis de la libertad al margen del Estado y sus estériles discusiones. Al respecto cabe señalar también que el Estado no es únicamente aquél conjunto de instituciones, aparatos ideológicos, burocracias, etcétera, o la suma de la “sociedad política” y la “sociedad civil”, como a algunos les gusta definirlo.
Según afirmó lúcidamente Gustav Landauer, un anarco judíoalemán muerto en 1919, el Estado es, ante todo, una relación social. De esto concluimos que sólo estableciendo otras relaciones sociales no mediatizadas por la dominación combatiremos al Estado sin siquiera ya mencionarlo ni preocuparnos por su destino. Vivimos en el estómago del Estado, sí, pero también podemos trascenderlo sin mucha dificultad, siempre y cuando existan voluntad y determinadas circunstancias.
TRES
A estas alturas de la vida ya es muy redundante afirmar que el fin no debería justificar los medios, o que no es posible construir un nuevo mundo "llámese nueva sociedad, nueva vida o lo que quieran" con medios autoritarios como la verticalidad de un partido. Sin embargo, paradójicamente, ciertos anarquismos continúan con las ideas del verticalismo, la centralización, la militancia disciplinada, bla, bla, bla, y esto, para nosotros, no sólo es algo aburridísimo, sino también una gran pérdida de tiempo. En contraposición profesamos explícitamente la muerte del anarquismo para avanzar hacia algo que podría llamarse “post-anarquismo”, aunque el nombre finalmente no importa. Lo más importante son las propuestas que queremos compartir y que han sido inspiradas, por qué no decirlo, en los comunicados de la Asociación de la Anarquía Ontológica de 1986 y en las descabelladas y acertadas ideas de un cuate apodado Hakim Bey.
CUATRO
Proponemos la “desaparición” de las organizaciones, aunque esta desaparición obviamente debería entenderse de forma metafórica. Cuando hablamos de “desaparición”, nos referimos a la clandestinidad o más precisamente a la “invisibilidad” de los proyectos locos encarnados en zonas autónomas temporales, que no son otra cosa que enclaves libres y efímeros, sustentados en la praxis
conciente y secreta de actividades no mediadas por el espectáculo o la dominación: enclaves cuyas existencias se desarrollan en ciertos territorios "físicos o psíquicos" regidos por el deseo. Es justamente en el aspecto perecedero de tales zonas donde radica su eficacia en tanto lugares libres, ya que se desvanecen antes de que la autoridad las aplaste y se reconstituyen en cualquier otro espacio y tiempo cubiertas por un manto protector de “invisibilidad” que permite la realización de cualquier propósito subversivo, ilegal o peligrosamente marginal. El manto de “invisibilidad” se deja caer solamente en el caso extremo de una confrontación final con la dominación y sus agentes, pero hasta mientras, las zonas autónomas temporales proveen la clase de intensificación asociada con la revuelta sin conducir necesariamente a su violencia y sacrificio; es más, en realidad eluden, en la medida de sus posibilidades, el fútil martirio de la confrontación violenta y directa. En síntesis, las zonas autónomas temporales son un ataque no convencional contra las estructuras de control, esencialmente contra las ideas dominantes, y su objetivo es dotarse de espacios con capacidad de permanecer ignorados e “invisibles”. En una palabra: no todos tienen que enterarse de todo. Por tanto, se trata de crear organizaciones secretas, o no tan secretas, con fines variados y bajo la lógica de un grupo de afinidad. Dichas organizaciones “invisibles” tendrían que estar orientadas hacia la transformación de la vida cotidiana, hacia la construcción de relaciones sociales sin dominación en ámbitos micro y hacia la praxis de la libertad mediante la fiesta, el arte y todo lo que tenga que ver con lo lúdico, sin descartar otras actividades de distinto nivel radical. Estos grupos de afinidad podrían conformar redes horizontales y absolutamente descentralizadas y autónomas, pero la idea es no reclutar a nadie ni crear movimiento alguno. Las disciplinas, los estatutos, las declaraciones de principios, el culto al martirio y las militancias, responden al anacronismo anarquista moribundo y desdentado del siglo XIX y de la primera mitad del XX. Por otro lado, en la sociedad existe
una cosa llamada servidumbre voluntaria, que consiste en que gran parte de la gente no es libre simplemente porque no quiere serlo. En consecuencia, no estamos de acuerdo con cierta lógica que pretende salvar al mundo y a todos sus habitantes. Planteado de otro modo: no somos quiénes para liberar a nadie.
CINCO
De acuerdo a esta perspectiva, no tiene mucho sentido seguir organizando “encuentros libertarios”, pues estos encuentros de hecho se vienen produciendo casi cada día en pequeñito y de forma subterránea. No es que estemos contra los encuentros a mayor escala; lo que planteamos es que si éstos se dan, deberían abandonar la idea de crear un movimiento con estatutos, disciplinas, militancias, etcétera, y a lo sumo nos podríamos encontrar para intercambiar ideas y experiencias en un marco predominantemente festivo, pero tomando en cuenta que todos somos diferentes y que nadie debería obligar a nadie a aceptar algo que no quiera. En última instancia las personas que son felices con la militancia tienen todo el derecho de organizarse y hacer lo que quieran, pero deberían ser más sinceras y dejar de convocar a todos abiertamente a sus encuentros. Esta sinceridad sería más chévere si pondrían a sus encuentros nombres como “Encuentro libertario autoritario” o “Asamblea única y verdadera de la militancia dogmático anarquista”.
SEIS
Consideramos necesario abandonar toda pureza ideológica. El anarquismo tendría que emanciparse del materialismo, del ateismo y del banal cientificismo bidimensional del siglo XIX. Los “estados elevados de conciencia” no son meros “fantasmas”. El paganismo, los saberes indígenas ancestrales, lo oculto, el politeísmo y las culturas tribales poseen técnicas que pueden ser asimiladas de manera auténticamente anárquica. Sin “estados alterados de conciencia” el anarquismo se consume y se seca en una forma de mezquindad y en un quejoso lamento. Nos vendría bien un tipo práctico de “anarquismo místico” inexorablemente herético y anticlerical, pero exento de cualquier mierda new age. En adición, sería deseable provocar la irrupción de lo maravilloso y de lo extraordinario en la vida cotidiana.
Colectivo Inexistente.
Cochabamba,
Agosto2009
Publicación: Antisistema 28, octubre de 2009, Barcelona.
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