El único condenado que ingresará en un centro penitenciario es José Luis E. L., a quien el juez ha impuesto una pena de seis años y seis meses de cárcel por tres delitos de lesiones, otro de atentado a agente de la autoridad y un delito de desórdenes públicos. Asimismo, el acusado deberá indemnizar con 20.806 euros a tres agentes de la policía que resultaron heridos durante los incidentes registrados en la plaza de Benimaclet de Valencia.
El resto de imputados no ingresará en prisión ya que carecen de antecedentes y ninguna de las penas supera los dos años de cárcel. De hecho, cinco de los imputados que reconocieron los hechos ante el juez han sido condenados a dos años de prisión cada uno, por los delitos de lesiones, atentado a agente de la autoridad y desórdenes públicos.
Asimismo, Guillem T. S. deberá indemnizar a dos agentes agredidos con 9.108 euros. Por su parte, Álvaro P. F. y Víctor Q. S. indemnizarán solidariamente a otro policía con 4.700 euros por los daños.
Los hechos que se les imputan a estas diez personas, de entre 19 y 26 años de edad, se produjeron la madrugada del 23 de febrero de 2003 cuando varios centenares de personas se congregaron en la plaza de Benimaclet para celebrar una fiesta de carnaval alternativa con barra libre de alcohol.
Batalla campal
Una patrulla de la policía local de Valencia acudió al lugar, ante las numerosas quejas vecinales recibidas por el ruido. Sin embargo, los alborotadores, lejos de deponer su actitud, arremetieron contra los agentes con gritos tales como «fascistas y asesinos», acompañados del lanzamiento de objetos contra los policías.
Otras patrullas policiales acudieron en apoyo de sus compañeros, pero el acceso a la plaza estaba bloqueado por vallas atravesadas y contenedores volcados, por lo que tuvieron que dejar los vehículos estacionados fuera del perímetro y adentrarse a pie entre la multitud de exaltados.
Botellas y piedras volaron por los aires alcanzando a varios de los agentes, que resultaron heridos. Además, los vándalos aprovecharon que en la zona había obras y contaban con abundantes materiales de construcción que utilizaron como munición contra la policía. La plaza pasó a ser en pocos minutos una auténtica batalla campal en la que ni los disparos al aire de la policía disuadieron a los rebeldes.
Levante-emv
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