20 mar 2010

[València Ciutat] Un artefacto explota en una casa habitada y amenazada por un plan urbanístico

La detonación causó daños materiales en una vivienda que sobrevive entre los edificios de las calles Jaume Roig y Menéndez Pelayo de Valencia

Un desconocido provocó en la madrugada de ayer graves daños materiales tras hacer explotar un potente artefacto explosivo a la puerta de la última vivienda tradicional valenciana, que sobrevive entre bloques de viviendas en la confluencia de las calles Menéndez Pelayo y Jaume Roig, muy cerca de los Jardines de Viveros de Valencia. La detonación se produjo pasadas las once y media de la noche del jueves, cuando esa zona de la ciudad era ya un hervidero de gente que trataba de llegar a La Alameda para asistir al disparo del castillo de la Nit del Foc.
La vivienda que sufrió el ataque, cuyo derribo tiene previsto el Ayuntamiento de Valencia en cumplimiento de un plan urbanístico, aunque sin fecha, está habitada por tres jóvenes, María, Juan Luis y Josué. En el momento de producirse la explosión, únicamente se encontraban en la casa Juan Luis y una amiga, Vicky. "Estábamos a punto de empezar a cenar cuando se escuchó el estallido. Fue brutal". Tanto, que la onda expansiva tiró a la chica al suelo. El susto fue tal, que tardaron varios minutos en reaccionar. "Nos quedamos sordos por la explosión. No oíamos nada hasta por lo menos un cuarto de hora después".
Ellos no vieron a nadie, pero un par de vecinas, sí. "Una mujer nos dijo que había visto el resplandor de la explosión desde su casa, y eso que vive en un séptimo piso. Y otra vecina nos contó que vio a un chico que salía corriendo hacia el fondo de la plaza, y que dobló en la esquina de la sucursal bancaria que hay al final". Aparentaba entre 16 y 18 años, llevaba un vaquero claro y una sudadera. La policía debería ahora revisar las cámaras del entorno para tratar de identificarlo.

También por fallas
Ésta es la segunda vez que María -la primera en ir a vivir a la casa, que alquiló a su propietaria hace ya dos años por un precio "razonable"y a cambio de que ella la convirtiese en "habitable"- sufre una agresión. Hace un año, "también por Fallas, me llenaron la fachada de pintadas con las siglas del GAV -Grup d'Acció Valencianista- y me reventaron la ventana del comedor y la luna de mi furgoneta colocándome 'masclets' de los grandes".
La explosión hizo saltar por los aires la puerta blindada, que acabó tirada en medio del salón, los cristales de malla metálica de la ventana del comedor y los de la ventana de un cuarto y la puerta de un balcón del primer piso, amén de haber hecho volar parte del escalón de mármol de la entrada, haber reducido a pedazos los maceteros de la entrada y haber arrancado y destrozado buena parte de los azulejos tradicionales del vano de la puerta y de la fachada.

Sin investigación policial
Pese a las graves consecuencias y a los antecedentes de tintes valencianistas, cuando llamaron a la policía, únicamente acudió una patrulla de la Policía Local, que carece de competencias en materia de investigación. "Se tomaron nota y se fueron". Ni muestras del explosivo, ni fotografías de los daños, así que no hay constancia de la composición del artefacto, cuya potencia parece bastante mayor que la de cualquier ingenio pirotécnico de venta legal. Cuando se trata de ataques con un trasfondo ideológico, el caso es investigado por la Brigada de Información de la policía nacional. Ayer, ningún otro policía se había puesto aún en contacto con la inquilina de la vivienda, el único inmueble que se conserva del histórico Camí Vell a Benimaclet, convertido hoy en pieza de museo, ya que la pequeña alquería es, con su número 17, el principio y el fin de la calle.

"No sé que pretenden con este terror psicológico"

María se enamoró de la casa en cuanto la vio. Luchó por ella y, finalmente, convenció a la dueña para que se la dejase reformar y se la alquilase. Paga cada anualidad por adelantado aún a sabiendas de que la orden de derribo puede llegar en cualquier instante. Pese a la terca devoción por vivir aquí, los sucesos del año pasado y de la noche del jueves la asustan. "No sé qué pretenden con este terror psicológico, con este tipo de atentado que te hace sentir absolutamente vulnerable", se pregunta, "pero no van a conseguir que me vaya, no voy a dejar que se salgan con la suya". Sus amigos la apoyan. "Ya no sé qué pensar, de verdad. No sé si es una gamberrada de algún adolescente relacionado con el GAV o si es algo más serio. Me pregunto si es una chiquillada siguiendo algún tipo de rito de iniciación, o si el que lo ha hecho cumplía órdenes de alguien importante que quiere acelerar el proceso de desaparición de la casa y de la calle, donde ya ni siquiera puedes aparcar, porque te multan con 600 euros". La pregunta queda en el aire. Un recoveco más allá de la casa, un callejón lleno de pintadas reivindicativas del GAV.

Levante-emv

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