Como sabréis, este Martes 9 de Marzo, por fin, Amadeu Casellas salió en libertad definitiva. Con este mensaje quisiera agradecer una vez más todo el apoyo y solidaridad con la injusta situación de
Amadeu, y gracias a las cuales, hemos conseguido entre todas que consiga salir de prisión, después de haber estado encerrado casi ocho años de más.
Puede que esta sociedad siga siendo sorda, muda, ciega y con falta de tacto y sensibilidad ante estas y otras injusticias, pero con la situación de Amadeu se ha puesto en evidencia, una vez más, la
flagrante impunidad que hay con respecto a la injusticia cuando ésta se produce desde una institución del poder.
Como siempre hemos dicho, el caso de Amadeu no es único, y eso se puede comprobar cuando unos días antes de que Amadeu consiguiese salir de la prisión, se le había concedido la libertad a Manuel Pinteño al reconocer la fiscalía, que había cumplido más tiempo de condena. Una situación muy parecida nos sucedió hace unos pocos años, con otro compañero, Joaquín Garcés, al que mantuvieron cinco años de más en prisión y que finalmente, tras un montón de recursos y apelaciones y numerosas movilizaciones en la calle, no pudieron mantenerlo por más tiempo en prisión y tuvieron que decretar su libertad reconociendo ese exceso en su condena.
Sí, son casos particulares, pero que nos dan una idea del abuso con el que determinados intereses políticos y económicos, operan desde la opacidad y la impunidad que les otorga la institución penitenciaria y el propio aparato del estado que jamás se digna a investigar este tipo de injusticias, ni a hacer auditorías independientes que sacarían a la luz la corrupción y el inmenso negocio que genera y que se oculta tras el sistema represivo y penitenciario, que para nada pretende la reinserción de nadie, sino que tiene otros objetivos completamente contrarios y opuestos a los humanitarios a los que tanto se apela desde este tipo de instituciones. Sólo hay que tener el valor para rascar un poquito sobre esa pulcra y fina capa de la superficie que simulan instituciones democráticas, para descubrir una realidad desde la cual se gestiona el sufrimiento de muchas personas encerradas y de muchos de sus familiares.
Para constatar ligeramente estas palabras, sólo habría que fijarse en la cantidad de millones de euros que se han conseguido del trabajo en prisión en Catalunya, a través de su empresa de contratación, CIRE, y contrastarla con la cantidad de salarios de miseria que han revertido en las personas presas que han trabajado (y que dicho sea de paso son en su mayoría migradas de otros países), o en la mejora de servicios penitenciarios que han obtenido a cambio. ¿A dónde van todo esos millones de euros?. Es un secreto a voces, como el 3% por ciento del que habló Pascual Maragall cuando se hundió el barrio del Carmel.
Y luego dicen que hay una profunda crisis que azota el país o que es internacional, pero la realidad es que el latigazo de esas supuestas crisis, siempre golpea e impacta en las mismas espaldas: desde las personas migradas por diferentes causas, pasando por la población de mujeres, niños y niñas de los estratos sociales más desfavorecidos y excluidos, hasta llegar a los trabajadores y trabajadoras de todas partes y a hombres y mujeres que han dejado atrás su etapa laboral productiva.
Estoy convencido de que, los recortes de libertad, siempre van acompañados de recortes de derechos (sociales, políticos, económicos, humanos, etc...) y de un aumento de la corrupción, la represión y las desigualdades sociales. Eso es el capitalismo, antes en su forma antigua de las dictaduras, y ahora en sus nuevas formas democráticas, pero en definitiva lo mismo. La primera necesitaba de estancias represivas a cierta altura o a ras de la calle, siempre visibles; la segunda requiere de sótanos y zulos subterráneos imperceptibles a primera vista, tan invisibles como la explotación de tantas mujeres, de tantas madres, de tantas personas migradas por la miseria o la violencia y las guerras; tan invisibles como las personas más desposeídas de la tierra que llenan los espacios por los que deambulamos; tan invisibles como todos los grupos sociales a los que incapacitamos con múltiples etiquetas que los minusvaloran; tan invisibles como una realidad política de resistencia que se persigue, criminaliza y encarcela por molestar la paz social del rebaño de ciudadanos; tan invisibles como todos esos seres reales de los que nunca hablamos, ni reconocemos por sentirlos tan raros como extraños...
Y ante todo esto, ¿qué nos queda?, ¿qué podemos hacer?... Preguntas tan elementales como estas, a veces nos paralizan y llenan de impotencia..., pero hay cuestiones básicas: resistirnos a creer en un mal menor o una realidad idílica capitalista que no existe. Ser mínimamente críticas con las verdades oficiales..., y tantas cosas más, pero sobre todo, vivir nuestros propios sueños y no los que nos tienen preparados a cada momento. Tener conciencia de que hay que colaborar lo menos posible con esa codiciosa obesidad mórbida del capitalismo que todo lo engulle y erradicar todos los sentimientos del patriarcado que tan silenciosa y profundamente nos llenan, y aunque en diferente medida, tanto a hombres como a mujeres... Reconocernos entre quienes de una forma u otra, mantenemos esa resistencia o cualquier lucha abierta. Apoyarnos en la medida de nuestras fuerzas, expresando
nuestra solidaridad como si fueran abrazos... Y todo lo que se nos ocurra por el camino.
Con todo esto reitero de nuevo mi agradecimiento, por esa complicidad espontánea con las desconocidas y por tantas muestras de afecto solidario.
Un abrazo muy fuerte, junto con mis mejores deseos.
Uhuru
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