“Un instrumento tan valioso e importante para el movimiento obrero como es una huelga general no puede ni debe utilizarse de manera irresponsable". Son declaraciones de CC.OO y UGT de Andalucía ante la reciente convocatoria de huelga general que organizó el SAT en la sierra de Cádiz. Ante esto, cualquier trabajador con un mínimo de conciencia y dignidad mandaría al carajo a este tipo de líderes sindicales, a ellos y sus corrompidas organizaciones. Y mucho de esto tuvo la exitosa huelga general andaluza.
Hace semanas que permanezco atónita ante la clara desvergüenza de la que hacen gala los sindicatos reconvertidos en “agentes sociales”, y no salgo de mi asombro. El tándem CC.OO y UGT traspasó hace tiempo los límites que se presumían de cualquier organización de izquierdas, pero desde luego que con su actuación ante los últimos recortes de derechos laborales y sociales, quedan insertados de facto como pilares básicos del sistema capitalista y el orden de estado. Las sucesivas reformas laborales, los pactos con la patronal, la negociación colectiva o la gestión de los ERE´s son claras evidencias de la inutilidad de los sindicatos de estado para la defensa de los derechos y libertades de la clase trabajadora. ¿Qué desafio contienen las propuestas de los sindicatos oficiales ante la última reforma laboral? ¿Qué grado de combatividad alcanzan las protestas convocadas el pasado 23F ante la reforma de las pensiones? La respuesta la podemos encontrar en el aval, previa negociación, que estas protestas obtienen del gobierno y de la patronal. Un puzzle fácil de armar y que nos confirma que las organizaciones obreras que dejan de serlo para construirse como un anexo del aparato de estado y el mundo del trabajo terminan siendo correas de trasmisión del pensamiento único difundido por el sistema, pues las luchas domesticadas dejan de serlo para convertirse en simples paseos que no alteran lo más minimo el estado de cosas y por lo tanto carecen de posibilidades de éxito.
Así pues, ante la ofensiva capitalista que vivimos, nos encontramos con una actual clase trabajadora absolutamente dependiente del sindicalismo oficial, impregnada por completo del mal del delegacionismo y totalmente mimetizada con la apestosa paz social. 35 años de sindicalismo amarillo da lugar a este desolador panorama, que carece de la mínima conquista social de su parte. La desmovilización, el contagio de la apatía general, la represión de la iniciativa autónoma y la imposición de una paz de los ricos son la carta de presentación de estos sindicatos ante la golpeada y maltratada clase trabajadora de este país, que ahora cuando más lo necesita, se encuentra hundida en lo más profundo del abismo.
Recuperar la conciencia, la conflictividad y la autonomía
Hoy es un buen día para que los más golpeados por este reajuste capitalista del mundo se sienten a reflexionar sobre la deriva de su clase. Una clase que como ayer, es explotada y por lo tanto con el derecho y el deber de rebelarse. Y hace no tantos años, una mayoritaria movilización obrera en este país supo legarnos una experiencia en la que es necesario hurgar para encontrar grandes pistas de lo que podríamos llegar a ser capaces de hacer hoy ante los golpes del capital.
Si hace 34 años la policía tuvo que emplear la bala contra los obreros reunidos en la iglesia de San Francisco de Asís (Vitoria – 3 de Marzo de 1976) fue porque aquella movilización estaba atacando los pilares básicos del orden capitalista, enfrentándose desde lo más primario a la realidad. Las huelgas generales que se llevaron a cabo antes de los sucesos de Vitoria, las numerosas movilizaciones del momento y el permanente ambiente de lucha que se vivía estaba dotado de la esencia necesaria para plantearse como oposición real a lo impuesto: conciencia de la fuerza que se posee como engranaje básico del capitalismo y por lo tanto de la capacidad para destruirlo, una conflictividad que genere ilusión, esperanza y motivación entre las clases explotadas en lucha por su dignidad y autonomía de cualquier interferencia de agentes del sistema que puedan condicionar la posición de enfrentamiento. Experiencias recientes que dificilmente han sido trasmitidas por las generaciones pasadas ante la brutal desmemoria patrocinada por el estado, haciendo huerfanos de legados de lucha a la actual clase explotada.
Si sus propuestas pasan por la negociación, el pacto y la paz impuesta, las nuestras deberían encaminarse a la conflictividad, el enfrentamiento y la imposición de clase, pues no nos quedan muchas más alternativas ante los desmanes provocados por el actual sistema contra las personas y el planeta. Los órdagos que el capitalismo mundial nos está lanzando tienen el suficiente impacto social como para que los sindicatos, organizaciones y colectivos de base y autónomos se pongan a trabajar sin descanso en la recuperación de esa esencia de lucha que trajo consigo grandes conquistas, pisoteadas ahora por los perros del sistema y pasando por encima del sudor y la sangre de los cinco obreros asesinados por la policía en Vitoria, entre otros muchos.
Carla del Valle
Invierno 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario