Creo que los términos utilizados por el alcalde (crápula, deleznable y licencioso) no son insultos, ya que se ajustan a la realidad de la monarquía
Como ya es sabido, la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Cádiz ha abierto diligencias al alcalde de Puerto Real (Cádiz), por unas declaraciones sobre el rey Juan Carlos, y la Institución monárquica en general.
Disculpen que repita esas declaraciones pero resulta necesario, de cara a mi posterior puntualización. Fueron estas: "El Borbón es hijo de un crápula. El Borbón de condición deleznable, el presente, no es menos deleznable de lo que su padre fue. Afectó al golpe de estado, despreciado por el tirano, al que reiteradamente le solicitó su incorporación al Ejército faccioso. El Borbón es hijo de una persona de condición licenciosa, deplorable, deleznable. No menos licenciosa que la de su esposa. El Rey señores, porque su procedencia lo es, es corrupto".
Pues bien, el periódico Insurgente, para hacerse eco de las declaraciones de Barroso tuvo a bien recoger (y miren que hay escritos para escoger, sobre este asunto) un artículo del politólogo Ramón Cotarelo que lleva por título "Insultando al Rey". Ramón Cotarelo es un señor que afirma que la izquierda española lo está haciendo bien: “La prueba es que está en el poder. Y eso me gusta, porque son los míos, aunque me parecen bastante timoratos y bastante aburguesados." Primero las alabanzas, después los epítetos para que lo veamos diferente. Desconfía que algo queda.
Y peor aún: se define más radical que el Gobierno- al que concedió su voto de pedigrí- a pesar de declararse defensor del voto útil (el que recoge el PSOE de los GAL), para que no se desperdicie en la “extrema izquierda” (no debería preocuparse, los mecanismos de los comicios burgueses eliminan a los partidos obreros de toda posibilidad de conquistar el Gobierno) que, entre otras cosas, es contraria a su mundo democrático, cuyo paradigma es Estados Unidos, el país de las guerras de saqueo (incluida “la guerra del PSOE”, en Afganistán) y las que están por llegar bendecidas o no, por la legalidad internacional... de Occidente, por supuesto.
El politólogo continúa diciendo que “como republicano no seré yo quien se incomode porque se critique al Rey. Pero, que yo sepa, para criticar no es imprescindible insultar. Y este alcalde ha llamado crápula a Juan Carlos de Borbón y otras lindezas, lo que me parece mal", y después nos obsequia con su protesta sobre la injusticia de que el Borbón no tenga responsabilidad ante la ley, gracias a la Constitución impuesta por los franquistas apoyados por “la izquierda que lo hace tan bien”. Para finalizar, recomienda a Barroso que abandone el hábito del insulto.
Creo que los términos utilizados por el alcalde (crápula, deleznable y licencioso) no son insultos, ya que se ajustan a la realidad, pues son aseveraciones basadas en actitudes y conductas demostrables históricamente. Insultar consiste en descalificar sin argumentos, y creo que en este caso, hay argumentos de sobra. A mí lo que me parece insultante es el hecho de que, en un Estado supuestamente democrático, la figura del Rey y su parentela sean prácticamente intocables, y que, encima, surjan voces “radicales” ubicadas en un espacio superior, llamando al orden a quienes ponen el dedo en la llaga. Por eso, desde mi humilde pertenencia a la clase obrera, aplaudo la valentía de José Antonio Barroso.
La Haine
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