El documental se ha estrenado el 4 de Diciembre y se puede ver en Madrid en el pequeño Cine Estudio, todos los días a las 18:15
El proyecto de largometraje se inicia cuando conocemos a Nardo Imbernón en Paris y nos enseña un tenedor de plata que había guardado celosamente desde que su padre se lo entregó. El tenedor tenía una historia interesante: cuando el Aga Khan III y Rita Hayworth iban con su limusina por la Bois de Boulogne fueron asaltados por varios coches que les cerraron el paso. Los asaltantes les dejaron con lo puesto, sin sus trajes, joyas y cubertería. Aquel robo digno de estar en un guión de cine, fue en realidad “una recuperación” y los enmascarados hombres de los "grupos de Acción de la CNT". Era 1949. Más adelante el tenedor llegó a manos de la familia de Nardo, de larga tradición anarquista, que entre bromas presumía de comer como los ricos con aquel cubierto.
La anécdota suscitó nuestra curiosidad; ¿quiénes eran aquellos "expropiadores"? ¿Eran Robin Hoods modernos o simples asaltadores de caminos?
Nardo nos fue desgranando la historia de “los hombres de la CNT”, el cómo, los porqués, los hechos y las anécdotas de aquellos que perdieron la Guerra Civil y fueron víctimas de todos los totalitarismos, de aquellos que vivieron la eterna esperanza del regreso a España, pero también la lucha y la muerte de sus “compañeros”. Ante nuestros ojos aparecía un mundo clandestino y casi extinto que el exilio conservaba fresco en la memoria a pesar del tiempo,...y de los tiempos.
Estábamos descubriendo el mundo de los viejos anarquistas, el de los luchadores por “la Idea”, el de “los grupos de afinidad”. Eran hombres y mujeres que tenían un ideal por el que luchar y lo hacían con un lenguaje propio.
[...]
La anécdota suscitó nuestra curiosidad; ¿quiénes eran aquellos "expropiadores"? ¿Eran Robin Hoods modernos o simples asaltadores de caminos?
Nardo nos fue desgranando la historia de “los hombres de la CNT”, el cómo, los porqués, los hechos y las anécdotas de aquellos que perdieron la Guerra Civil y fueron víctimas de todos los totalitarismos, de aquellos que vivieron la eterna esperanza del regreso a España, pero también la lucha y la muerte de sus “compañeros”. Ante nuestros ojos aparecía un mundo clandestino y casi extinto que el exilio conservaba fresco en la memoria a pesar del tiempo,...y de los tiempos.
Estábamos descubriendo el mundo de los viejos anarquistas, el de los luchadores por “la Idea”, el de “los grupos de afinidad”. Eran hombres y mujeres que tenían un ideal por el que luchar y lo hacían con un lenguaje propio.
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