10 dic 2009

La lucha por la vida de Aminetu Haidar

Los portavoces del gobierno Español y Marroquí defienden sus intereses generando ruido, mientras buscan conservar sus alianzas y desviar sus responsabilidades hacia “el otro”.

Mientras los portavoces de los gobiernos de España y Marruecos defienden sus intereses generando ruido, mientras buscan conservar sus alianzas y, a la vez, desviar sus responsabilidades hacia “el otro”, Aminetu Haidar nos va contando la verdad, con una lucidez y un coraje imbatibles. La transcripción de la traducción al castellano de las palabras de Aminetu Haidar el pasado 27 de noviembre ante el enviado del ministro de Asuntos Exteriores español, difundida por colectivos de solidaridad1, y sus declaraciones tras el indecente montaje que le hizo creer que volvía dignamente a casa el día 4 de diciembre2, son documentos sobrecogedores, testimonios del combate político y moral entre una militante que lucha por su dignidad y quienes quieren someterla, por la violencia directa unos, por las celadas diplomáticas otros. Desde que, tras dos semanas de huelga de hambre, la determinación de Aminetu, apoyada por el un creciente movimiento de solidaridad, obligó a intervenir al gobierno español, éste ha ido desarrollando diversas operaciones y discursos. Conviene recordarlos ahora, en orden cronológico:

1. El 15 de noviembre, el ministro Moratinos justificó la decisión del gobierno marroquí de expulsar a Aminetu “al no haber rellenado los requisitos que le pidieron”3 en el aeropuerto de El Aaiún. Y añadió: “España lo único que ha hecho ha sido facilitarle su llegada a Lanzarote”.4 Compárense estas palabras con la narración de Aminetu: el policía marroquí jefe del grupo secuestrador afirmó ante el piloto del avión el aval del Ministerio de Asuntos Exteriores español a que Aminetu viajara a Lanzarote sin pasaporte y contra su voluntad; el piloto confirmó el aval tras hablar con un misterioso responsable de Exteriores (sería instructivo conocer la identidad de este personaje). Ya en el aeropuerto, y por tanto en territorio español, Aminetu fue engañada una y otra vez, lógicamente siguiendo instrucciones del gobierno, para hacerla creer que regresaría inmediatamente a El Aioún. La huelga del hambre fue la respuesta a estos engaños. Sin su indomable resistencia y sin la solidaridad que ella se ha ganado, el gobierno español no habría movido un dedo por Aminetu.

2. Pero finalmente, después de quince días, el gobierno debió mover un dedo, para lo cual envió a Lanzarote a Santos, director del gabinete de Moratinos. Entramos así en la segunda fase de la operación, destinada a desactivar la resistencia de Aminetu, con el menor coste posible para las relaciones con Marruecos, cuya preservación a toda costa es un objetivo estratégico del gobierno. Para ello, Santos transmitirá a Aminetu dos “salidas técnicas”: el pasaporte español o el estatuto de refugiada. En realidad, ninguna de las dos opciones son “técnicas” en absoluto: ambas situarían a Aminetu en situación de dependencia política y material respecto al gobierno español, ambas permitirían al gobierno marroquí cerrar el “caso Aminetu” a coste cero, ambas significarían la renuncia de Aminetu a la exigencia de la devolución de su pasaporte y al derecho a regresar a su casa y en fin, si Aminetu aceptaba cualquiera de ellas, el gobierno se habría apuntado un éxito de opinión pública, misión fundamental de Santos. Todos habrían ganado, menos Aminetu, su combate personal y la causa saharaui. Por cierto, como complemento de la operación, y mientras dure ésta, el gobierno español ha decidido acordarse del “derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui”. El cinismo de esta proclama, en boca de la vicepresidenta o de Santos, comparada con la política real del gobierno español respecto a la causa saharaui, es tan obvio que no merece mayor comentario.

3. Las razones de Aminetu para rechaza las ofertas del gobierno vía Santos son claras como el agua clara. En resumen: “(…) Para mí, la nacionalidad no es una oferta por parte del gobierno español sino más bien mi derecho, un derecho como saharaui. Mi madre es española y gran parte de mis familiares son españoles. Yo nunca pensé solicitar la nacionalidad española, ni la americana ni la italiana, ésta es mi postura política personal. Estoy bajo ocupación marroquí y milito, como el resto del pueblo saharaui, para poder llegar a nuestra autodeterminación. (…) Desgraciadamente, la nacionalidad española no ha podido defender a comités, asociaciones, parlamentarios españoles que han sido expulsados del Aaiún en los aviones de vuelta a España y realmente España no ha podido protegerlos. (…) Si la tarjeta de residencia española ha sido una especie de condena para mí, que Marruecos ha utilizado para hacerme esto [la tarjeta fue utilizada por la policía marroquí como excusa para la deportación a España], imagínese cuando yo tenga la nacionalidad española lo que harán. Ya no podría pisar El Aaiún. Yo le doy una explicación política. Marruecos esta ahora pensando, llevando a cabo un proyecto basado en hacer, desplazar los refugiados saharauis a países terceros, todos los saharauis que estén en contra de la ocupación marroquí van a ser tratados de la misma manera, es decir, serán expulsados, se les dará la nacionalidad española y se quedarán fuera del país. (…) Mi mensaje al señor Moratinos y, mediante él, a todo el gobierno de España, es que Aminetu Haidar ha sacrificado su juventud y su vida por la dignidad y hoy estoy viendo que mi dignidad y la del pueblo saharaui están siendo pisoteadas y el gobierno español es el responsable de lo que pueda ocurrir en esta huelga de hambre porque yo estoy decidida a ir hasta el final. Pues mi dignidad está por encima de mis hijos y por encima de todos, así que no tengo nada más que ofrecer”. Moratinos no escondió su “enojo” ante lo que consideró “cerrazón” de Aminetu promovida por quienes “la aconsejan mal” (a nadie que recuerde a Moratinos llevando de la mano a Fraga a Guinea, puede extrañarle que ahora desprecie una lucha por la dignidad). “El gobierno, dijo, le ha ofrecido todas las opciones posibles”

4. La frase se le quedó sin terminar al señor ministro. Para entenderla en sus justos términos debería haber añadido: “… posibles, es decir, aceptables para el rey de Marruecos”, lo que significa la renuncia a toda forma de presión institucional española o internacional que pudiera molestar Mohamed VI. Recordemos además podría haber recurrido con fundamento ante los tribunales españoles por delito de lesa humanidad, si no fuera porque a iniciativa del Ministerio de Exteriores y para dar gusto a otro de sus aliados preferentes: el Estado de Israel, se ha recortado recientemente la ley de jurisdicción universal, hasta inutilizarla por completo. En la división del trabajo de la cúpula de Exteriores, a Santos le tocó dirigir su enojo hacia esos que su jefe llama “malos consejeros”, es decir, las personas que apoyan la lucha de Aminetu. Uno de ellos, el actor Guillermo Toledo declaró que: “El director del gabinete de Exteriores [Agustín Santos] nos acusó de que la estamos dejando morir y es ya es inadmisible” (Público, 2/12/2009)6. Confieso que de los ya numerosos episodios repulsivos de esta historia, éste me parece el peor. Cuando Moratinos se “enoja” por la firmeza de Aminetu tiene algo de patrón al que le molesta que no se obedezcan sus órdenes, que una inferior se atreva a rechazar lo que él le quiere conceder. Santos va mucho más lejos: según él, quienes apoyan la lucha de una militante la empujan a la muerte, mientras que quienes tratan de evitarse un conflicto diplomático con el régimen amigo que la maltrata desde hace años, la están salvando la vida. Rancia forma de hacer política, tan vieja como el mundo: la sumisión salva; la rebeldía mata. No ya cualquier militante, cualquier persona decente sabe que hay que despreciarla.

5. Cuando la firmeza de Aminetu hizo fracasar esta segunda fase de la operación, entramos en la tercera fase, que significa una escalada difícil de imaginar en el desprecio del gobierno español hacia la persona y la lucha de Aminetu. Nadie duda de que el simulacro de regreso de Aminetu a El Aioún fue un montaje de algún especialista en “alta política” que, sabiendo que el avión fletado para la ocasión no tenía autorización para aterrizar en El Aioún, no dudó en engañar a Aminetu y a la gente solidaria, jugando además con su salud (tratándola “como si fuera una pelota”, dice con razón Guillermo Toledo7) con el único fin (pretendido, porque no han engañado a nadie mínimamente bien informado) de ganar un trofeo de opinión pública. Para la ocasión, Santos no autorizó la presencia en el avión de la abogada de Aminetu, un testigo incómodo, y se hizo acompañar de Delia Blanco, diputada y dirigente del PSOE. La pareja incorporó a la oferta-chantaje sobre Aminetu, un elemento de narcisismo político, especialmente ridículo para una militante como ella (“¡Sería la primera refugiada política saharaui!”, declaraba Blanco en la radio, perpleja ante el rechazo a lo que debe considerar un porvenir radiante) y, sobre todo, el recurso al dinero. El manejo de las subvenciones públicas en la cooperación internacional para premiar a los afines y castigar a los rebeldes forma parte del repertorio habitual del Ministerio de Exteriores. Recordemos, por ejemplo, cómo fue dinamitado en diciembre del 2007 el Foro Social de Madrid por una Paz Justa en Oriente Medio8 por cierto, también con una participación protagonista de Santos. Esta vez se ofreció a Aminetu una casa en Madrid en la que podría reunirse hipotéticamente con sus hijos. Aminetu respondió con la misma firmeza y dignidad de siempre: “España es incapaz de resolver la situación que ha creado conmigo. Es cómplice de Marruecos y ambos quieren empujarme hacia la muerte (…) El gobierno español vulneró la legalidad y pretende solucionarlo dándome un a casa”. 9 A su manera, el presidente Zapatero, ratificó el marco político de toda la operación: “mantener buenas relaciones” con todos países “vecinos”, con los que se comparten “áreas de intereses en muchos campos importantes”. “A veces, como es normal, surgen dificultades, pero debe prevalecer lo que es un interés general”.10 La “dificultad” Aminetu se subordina al “interés general” de la complicidad con Marruecos. Ésta ha sido la consigna que han cumplido puntualmente Moratinos, Santos y los demás: para eso cobran. 5. Escribo esta nota el día 7. Esta tarde hay una concentración ante la sede de Exteriores: ojalá sea numerosa y active un sentimiento solidario muy extendido pero menos activo de lo necesario en la calle. Ojalá la analogía muy inteligente que han propuesto Ken Loach y Paul Laverty entre la insumisión de Aminetu y la de Rosa Parks11 llegue a generar movilizaciones sociales análogas. Como en tantos otros temas, la falta de una presión social visible y activa permite al gobierno Zapatero actuar con impunidad, incluso cuando es acusado por la propia Aminetu de “empujarme hacia la muerte”. Muestra de esa impunidad es el consenso parlamentario que intenta establecer Moratinos a marchas forzadas para encubrir sus miserias en nombre de “salvar la vida” de Aminetu. Mientras se suceden estas maniobras, estamos ante la espera angustiada de desenlace de la lucha de Aminetu, con la sensación de que se están agotando las posibilidades de que salva su dignidad y su vida. Porque Aminetu no está inmolándose: está luchando con su vida por la vida. Cuando responde radicalmente al dilema moral que posiblemente esté en su corazón (y probablemente ha pretendido ser manipulado por los enviados de Exteriores): “Mi dignidad está por encima de mis hijos y por encima de todos”, ésta es una respuesta desde la esperanza, que merece recordarse tanto como se recuerda la respuesta desesperanzada de Albert Camus a un dilema similar.12 La esperanza está en vivir dignamente. Ayudar a Aminetu a que lo consiga, venciendo a la complicidad de los gobiernos de España y Marruecos, es la tarea más urgente y más noble que tenemos hoy la gente que llevamos décadas comprometidos con la causa saharaui, enfrentados por ello a la cobardía y la demagogia común de todos los gobiernos españoles desde 1975. Postdata 1. La prensa ha informado de que el diputado europeo de IU Willy Meyer ha pedido que Santos, militante de la organización, sea sancionado por sus andanzas en este caso. Esta crítica ha originado una respuesta en el blog de un dirigente del POR y compañero muy próximo a Santos, que se podría tomar a broma, si no estuviéramos ante un asunto tan serio. Efectivamente, en esa respuesta puede leerse: “Llevar cuestiones de IU a la prensa, es decir internas, con el agravante de que sean propuestas de expulsiones, es lo que hemos acordado la dirección ejecutiva federal de IU no hacer, por ser contraproducente para IU, y obstaculizar cualquier cuestión política (…) Willy Meyer votó en el Parlamento Europeo junto a la posición oficial del gobierno español del PSOE de Zapatero contra la ayuda a Kosovo, con la explicación de que estaba en contra de su proceso de libertad e independencia, voto que no se debatió ni discutió en ningún órgano de IU, y quienes estamos completamente a favor de ayudar a Kosovo, no fuimos a la prensa a manifestar las discrepancias. (…) El ataque público de Willy Meyer va a poner palos en las ruedas al proceso de refundación, al dar un señuelo a la prensa para reabrir las heridas y peleas internas, pero también debilita a quienes trabajan honesta y firme por la causa de la libertad del Pueblo saharaui y de Aminatou Haidar.”13 Lo del trabajo “honesto y firme” parece referirse a Santos; pasamos pues. En cambio, la visión de la refundación de IU, basada en pactos de silencio “hoy por ti, mañana por mí”, no favorecen en nada su credibilidad; es lo menos que se puede decir. Postdata 2. Sin Permiso publica en su edición electrónica de hoy una entrevista de Daniel Raventós a Santos. Lo lamento por la revista y el entrevistador amigos, pero recomiendo vivamente su lectura.14 En el artículo pueden leerse perlas como ésta: “Mi actuación en Lanzarote ha partido de dos puntos esenciales: que estamos ante una violación del derecho a la libre circulación y residencia de la Sra. Haidar y que más allá de sus circunstancias personales solo se podrá alcanzar una solución definitiva con un pacto entre las partes y con el ejercicio del derecho de libre determinación del pueblo del Sahara Occidental”. Tampoco es desdeñable que Santos se permita dar consejos al movimiento de solidaridad con el pueblo saharaui (“En este sentido hay que preparar esta nueva fase. Hay que ampliar con las fuerzas políticas y sindicales más representativas de la izquierda una nueva campaña unitaria por la defensa de los derechos humanos y de la libre determinación del pueblo saharaui, por una mediación muy activa de NN UU en el proceso de negociación entre las partes.”) Teniendo en cuenta que unas de las prioridades de su trabajo diario consisten en defender eso que su jefe Zapatero llama “interés general”. Pero lo más instructivo es la justificación por parte de Santos de sus actuaciones, e implícitamente las del gobierno, en nombre de la “correlación de fuerzas” (“Hay que partir de la realidad de que en la actual correlación de fuerzas no es posible que la Sra. Haidar vuelva al Sahara Occidental”.) “Correlación de fuerzas” es la palabra mágica de la real-politik, el salvoconducto que permite la total libertad de movimientos, según convenga, entre la “ética de la convicción” y la “ética de la responsabilidad”, entre la revolución permanente y el servicio permanente al ministro del ramo. Como decía Ernest Mandel, recordando irónicamente algunas biografías: “Todo trotskista puede llegar a lo más alto, con tal de dejar de serlo”.

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