Ahora que hace ya algunos meses que la antigua sede que Diario de Burgos poseía en la calle San Pedro Cardeña ha sido reducida a escombros conviene hacer memoria sobre una serie de inquietantes acontecimientos. Máxime cuando el pasado 23 de mayo se cumplió el aniversario de una las más particulares operaciones represivas que se hayan visto en la ciudad de Burgos.
Durante el transcurso de buena parte del mes de mayo de 2008 se celebró en la ciudad griega de Salónica un proceso judicial contra varios de los manifestantes detenidos durante la cumbre de ministros de la UE en junio de 2003. Entre los acusados figura un joven libertario burgalés que cinco años después de haber sido detenido y arbitrariamente encarcelado regresó a Grecia para enfrentarse a las vistas orales del llamado Proceso de Salónica.
Desde diferentes lugares de la Península Ibérica se plantearon varias iniciativas de apoyo con los procesados mientras el periodo en el que se desarrollaban las sesiones del juicio. En Burgos los amigos y compañeros de este joven desarrollaron numerosas actividades informativas que trataron de sacar a la luz el carácter inquisitorial de este proceso. Acciones, en algunos casos bastante imaginativas, que consiguieron hacer llegar hasta la otra parte del mediterráneo un grito de solidaridad.
El 23 de mayo de 2008 desde la asamblea de apoyo a los encausados de Salónica se planteó la ocupación temporal durante dos días de la antigua sede de Diario de Burgos como forma visualizar la solidaridad con los procesados. Una iniciativa simbólica que pretendía transformar un edificio abandonado en un espacio solidario desde donde transmitir información sobre el desarrollo del proceso. Una acción simbólica, que en todo momento se desarrollo de forma tranquila, y que sin embargo no pudo concluirse tras la irrupción de las Fuerzas de Seguridad.
En la puerta de la antigua sede de DB irrumpieron varias dotaciones policiales que a través de una ventana y sin la orden pertinente entraron en el edificio. Fuentes conocedoras de los hechos han relatado de la manera caótica que se desarrollaron a continuación los hechos, provocados en gran medida, por el nerviosismo y la prepotencia con la que actuaron los agentes policiales.
En una alocada carrera que, en cierta medida, recordaba a las películas de cine mudo de principios de siglo XX, los agentes fueron recorriendo las diferentes estancias del edificio agrediendo a las personas que encontraban a su paso. Dentro del caos generado detuvieron de forma arbitraria a 4 personas a las que el hecho de no ofrecer ninguna resistencia no sirvió para evitar las agresiones y golpes sufridos durante el transcurso de los hechos.
A pesar de que el edificio se encontraba desde hacia años totalmente abandonado, sobre los detenidos recayó la acusación de “daños” además de “resistencia a la autoridad”. Junto a estas acusaciones, más o menos habituales en el panorama represivo vivido en Burgos, se encontraba otra algo más extraña e insólita como la de asociación ilícita.
Hasta el momento desconocemos el nombre, el número de miembros, razón social o domicilio de dicha asociación. Ignoramos también la razón de su carácter ilícito. No obstante según fuentes policiales dicho entramado ilícito se proponía nada más y nada menos que “subvertir el actual orden constitucional establecido”. No sabemos ni cuándo, ni cómo, ni dónde…
Más allá de acusaciones exóticas y/o pintorescas que nos hacen retrotraernos a otros periodos históricos, al parecer no del todo pasados, o desplazarnos a otras geografías más septentrionales que las de Burgos, conviene detenerse sobre el significado oculto que encierra este tipo de acusaciones.
Desde hace algún tiempo a través de Subdelegación y otros medios represivos se está preparando un amplio paquete de medidas represivas destinadas a inmovilizar todo tipo de disidencia que resulte molesta. Primero fue la unidad de antidisturbios para Burgos tan cacareada por nuestra Subdelegada, después el aumento de los efectivos policiales en toda iniciativa de protesta que se salga de lo establecido. En épocas de crisis la represión y el control del descontento es una tarea básica del Estado y sus marionetas.
Acusaciones como la descrita nos hace pensar en un panorama cada vez más enrarecido y en el que cualquier cosa es posible con tal de poner fuera de juego a quien no se cree la verdad oficial que vende su Status Quo.
El tiempo nos lo dirá.
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