No necesitamos aceras-bici, ni carriles-bici urbanos porque generan molestias a los peatones, anomalías en el tráfico y nuevos peligros para el ciclista. Ya conducimos la bicicleta por la calzada de forma segura y no es más arriesgado que hacerlo con otro tipo de vehículo. La calzada es perfectamente ciclable y segura si se siguen una reglas sencillas.
La creencia de que se puede utilizar la bicicleta al margen del tráfico no responde a la realidad. Huir del resto de vehículos utilizando aceras y carriles bici urbanos no hace desaparecer los riesgos. La experiencia demuestra que estas infraestructuras no solo no evitan los accidentes, sino que generan peligros que no existen en la calzada: posicionan al ciclista en lugares donde se multiplican los riesgos, introducen anomalías en el tráfico, generan conflictos con peatones y con autobuses, legitiman el uso de la bici por aceras sin señalizar, ofrecen un trayecto tortuoso, vetan el derecho de circular en bici por la calzada, etc.
El número de ciclistas urbanos seguirá creciendo de forma imparable. Sin embargo, advertimos que las políticas del fomento de la bici a cualquier precio (carril-bici y bicicletas públicas) sin tener en cuenta la necesidad de formación para conducir este vehículo están teniendo como resultado la invasión ciclista de las aceras y la destrucción de la bicicleta como un medio de transporte competitivo, convirtiendo al ciclista en un pseudo peatón molesto, también llamado cicleatón.
BICIESCUELA GRANADA
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